(2) LA PROFESORA, de Jan Hrebejk.

AUTORITARISMO EN LA ESCUELA
Premiada en los festivales de Karlovy Vary y de Gijón, La profesora es la primera película que nos llega del checo Jan Hrebejk quien, con guión de Petr Jarchovsky, traza una parábola de base testimonial sobre los últimos tiempos del régimen comunista en una escuela de Bratislava (Eslovaquia) en 1983. Pero aunque el realizador haya manifestado que no se trata de un film político, resulta evidente que asistimos a una revisión crítica, repleta de implicaciones sociales, de todo el periodo histórico que abarca desde la incorporación de Checoslovaquia al bloque soviético oriental (1948) hasta la caída del Muro de Berlín (1989), aunque no se haga expresa referencia a la Primavera de Praga (1968), un intento de autonomía y de deshielo que fue sofocado por la invasión de los tanques del Pacto de Varsovia.
La película tiene el mérito de poner al descubierto las miserias colectivas y personales que florecen en todo sistema dictatorial, con unos ciudadanos que tienen que sobrevivir pese a la escasez de medios materiales y la ausencia de libertades, soportando un clima dominado por la inseguridad, con castigos y recompensas. Se trata en definitiva de un Estado apoyado en la corrupción y en la arbitrariedad —equivalente al de los regímenes fascistas— y sustentado en la fidelidad inquebrantable y en el conformismo temeroso que caracterizó a la mayor parte de la última generación que contempló el hundimiento del bloque comunista, el fin de una larga era que desembocó en la segregación entre la República checa y Eslovaquia (1993) y la entrada de ésta en la Unión Europea (2004), con la implantación monetaria del euro en 2009.
Este film pivota en torno a una profesora de aspecto educado y amable que oculta en realidad la perversa personalidad de una funcionaria bien relacionada con las autoridades y que actúa guiada por el resentimiento y el interés particular El relato nos habla de corrupción, de intercambio de favores, de abuso de poder y de represión en medio de un colectivo —mayoritariamente conformista— de maestros, padres y alumnos pero también de toda una población —las familias y matrimonios— paralizada por miedos, conveniencias y contradicciones.
La estructura de La profesora se asienta en una constante sucesión de flash-backs que van alternando —con ninguna funcionalidad dialéctica— el cotidiano quehacer de los alumnos en el colegio con una reunión de padres convocada especialmente para examinar y valorar el conflictivo comportamiento de la profesora.
A mi parecer, falla el punto de vista narrativo, demasiado disperso y limitado a lo anecdótico, sin plantear profunda y coherentemente el funcionamiento del sistema en su globalidad: la mediocridad de una ciudadanía atenazada por la cobardía, el egoísmo y el miedo, sentimientos que se prolongaron hasta el colapso del comunismo checoslovaco. Al final, tras la recuperación de la democracia —ya se enseña inglés y religión en las aulas—, podemos imaginar la normalidad con que muchos antiguos represores —como en la España post-franquista— se adaptaron a los nuevos tiempos de libertad. La profesora aparece en clase con un amplia sonrisa en el rostro, como si nada hubiera sucedido.
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