(3) MANCHESTER FRENTE ALMAR, de Kenneth Lonergan.

LA TRAGEDIA DE LA VIDA
Premiado en los festivales de Toronto y Sundance, Manchester frente al mar es el tercer largometraje del dramaturgo y guionista Kenneth Lonergan —realizador de los interesantes Puedes contar conmigo (2000) y Margaret (2011)—, un relato cuya principal característica formal es su estructura narrativa fragmentada por numerosos flashbacks que van alternando el presente y el pasado: los sucesos de antaño van explicando la situación actual de los personajes mientras los espectadores van conociendo más y más detalles de la historia que se está contando y, sobre todo, los motivos de la conducta de los implicados en ella.
El actor Casey Affleck, como Lee Chandler, es el eje en torno al cual se organiza la narración. Él es la víctima de una trágica experiencia que le ha convertido en un ser introvertido, amargado y solitario —aunque no estoy seguro de que su rostro impasible sea el más adecuado para expresar su drama interior—, ahora un conserje y fontanero afincado en un barrio pobre de Boston que regresa a su pueblo natal para asistir al funeral de su hermano Joe, teniendo que asumir la tutoría de su sobrino adolescente, lo que le obliga a permanecer en el lugar donde nació y creció. Los recuerdos de antiguos acontecimientos, del trágico incendio en que perecieron sus dos hijas, de la separación de su mujer y el sentimiento de culpa que le atormenta ocupan gran parte del metraje del film.
La película se presenta con el inconfundible estilo del cine independiente y de autor USA, con un acentuado realismo en torno a la vida cotidiana y con la ambientación característica de una pequeña población de la costa nordeste (Massachussets), mostrando las dramáticas peripecias de gente perteneciente a la clase obrera del país. Manchester frente al mar es un denso film de sentimientos y emociones contado de una forma fría y totalmente alejada de las implicaciones emocionales de los típicos melodramas.
Rodado en escenarios naturales, con habitantes dedicados a la pesca y al mantenimiento de las embarcaciones, el relato posee también una dimensión metafórica con el paso del invierno a la primavera, a lo que contribuye poderosamente una fotografía de tonos apagados, de aspecto documental y sin especiales efectos en cuanto a brillantez o colorido, buscando sólo una sencillez y autenticidad que logren la implicación del espectador, para lo cual el moderno formato digital ha sido manipulado técnicamente para que la imagen resultante adquiera el aspecto de haber sido captada con la ya desusada cinta de celuloide de 35 mm.
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