(3) LAND OF MINE (BAJO LA ARENA), de Martin Zanvliet.

LOS VÁSTAGOS DE LA DERROTA
El primer largometraje que nos llega del danés Martin Zanvliet, auxiliado en la cámara por su esposa Camilla Hjelm Knudsen, es un film antibelicista —partidario de la comprensión y del perdón a los enemigos— rodado con actores no profesionales, que tuvo una buena acogida en los diversos festivales donde se exhibió. El film se inspira en hechos reales, hasta ahora ocultos y poco conocidos porque la utilización de prisioneros de guerra en trabajos de gran peligro o dificultad estaba expresamente prohibida por la Convención de Ginebra de 1929, aunque la práctica totalidad de países contendientes ignoraron sus preceptos humanitarios y cometieron crímenes de guerra ya sea por intereses estratégicos o movidos por sentimientos de odio y de venganza.
Land of mine narra una historia de supervivencia que trata de mostrar al enemigo con objetividad. Lo habitual en el cine bélico ha sido retratar a los adversarios o vencidos como perversos asesinos y torturadores, ofreciendo con frecuencia más propaganda que auténtica información. Véase la interesante El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957) entre otros muchos títulos, la mayoría panfletarios, hasta que en El puente (Bernhard Wicki,1959) los propios alemanes denunciaron el sacrificio de toda una generación como soldados adolescentes reclutados a última hora para evitar el hundimiento del III Reich. En esta ocasión, la guerra ya ha finalizado —la acción se sitúa en mayo de 1945— y los mandos daneses, por sugerencia de los británicos, obligan a algunos prisioneros alemanes, apenas salidos de la pubertad, a limpiar las playas de la parte occidental del país de las minas que los propios nazis habían enterrado en la arena para dificultar un posible desembarco aliado en 1944. Esta campaña duró cinco meses y se utilizaron unos 2.600 hombres, de los que la mitad murieron o resultaron heridos, en la retirada de casi millón y medio de minas.
Filmada con cámara al hombro en numerosas secuencias y a lo largo de seis semanas, la película aprovecha el contraste entre los bellos paisajes de la costa y la muy peligrosa tarea a realizar, no exenta de suspense, con el miedo y la muerte rondando amenazantes sobre el grupo de muchachos, vigilados por un aparentemente severo sargento, que sólo piensan en terminar la misión para poder regresar a casa. Si lo normal en el cine bélico es presentar a los nazis como “malos” integrales, aquí prevalece una mirada humanitaria que subraya la posibilidad de perder la vida destrozado por un explosivo y que considera también a estos derrotados adversarios como víctimas de la locura hitleriana.
Land of mine es pues, en gran medida, un reconocimiento de culpa por parte de Dinamarca, nación vencedora que pide perdón —muchas décadas después— por haber transgredido las leyes moderadoras de la crueldad y violencia de las guerras, permitiendo que el espectador sienta empatía y compasión ante los sufrimientos y aniquilación total de los vencidos. Una película digna y bien realizada.
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