(2) RARA, de Pepa San Martín.

UNA FAMILIA DIFERENTE
Esta producción chilena constituye el debut en el largometraje de Pepa San Martín (Curicó, 1974), una ayudante de dirección y realizadora de cortometrajes que se ha inspirado para escribir el guión en el caso real de la jueza Karen Atala, que fue desposeída por un tribunal de la custodia de sus hijas a causa de su condición de lesbiana y por convivir con su compañera.
Bien acogida en los festivales de Berlín y de San Sebastián, Rara es una crónica familiar elaborada con notable sensibilidad psico-afectiva aunque rehuyendo todo parecido con una proclama feminista, limitándose a contar con gran sencillez y economía de medios las tribulaciones e inseguridades de Sara, una adolescente de 13 años —ella asume el punto de vista narrativo— que tiene una hermanita y que vive con su madre separada y con la novia de ésta, teniendo que afrontar la pretensión de su padre —casado ahora con otra mujer— de que las dos niñas vayan con él a su nuevo hogar.
En la película, un relato totalmente apegado a un realismo cotidiano, somos testigos de las vivencias de la protagonista, propias de una edad difícil —el colegio, las amigas, los chicos, las primeras observaciones sobre el sexo, etc.—, en un momento en que ella abandona la infancia, debe racionalizar el mundo que la rodea y aclarar los sentimientos confusos que la abruman, agravado todo ello por su “extraña” situación familiar y por los prejuicios homófobos de su entorno.
En busca de la mayor objetividad, procurando no explicitar demasiado su postura ideológica, Pepa San Martín ha logrado hacer un film honesto y sincero pero quizás excesivamente plano y neutro en cuanto a su estructura dramática. Pero lo peor es que en la versión que contemplé apenas pude entender los diálogos, dichos con acento chileno y gravemente perjudicados por una copia defectuosa o por una proyección técnicamente deficiente. Una pena.
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