(2) FÁTIMA O EL PARQUE DE LA FRATERNIDAD, de Jorge Perugorría.

DESVENTURAS DE UN HOMOSEXUAL EN LA HABANA
La segunda película dirigida por el actor Jorge Perugorría —tras Afinidades (2010)— es adaptación de un cuento de Miguel Barnet y demuestra la “apertura” político-cultural de la censura cubana, en este caso ante un relato en torno a la homosexualidad y la prostitución como forma de supervivencia o de mejora económica en La Habana actual.
Al protagonista lo vemos crecer y pasar de ser el Manolito niño a la Fátima juvenil travestida mientras va soportando golpes y contratiempos con la ilusión de convertirse en artista, en “la reina de la noche”. Las limitaciones del film no residen en su alcance testimonial sino en que las diversas secuencias no pasan de ser una simple acumulación de anécdotas carente de una estructura narrativa que profundice y nos haga reflexionar.
La mirada del realizador pretende ser crítica en lo social —sin ocultar una cierta compasiva ternura hacia el protagonista— y alguna breve escena de fugaz destape corporal revela un paso adelante en cuanto a libertad de expresión pero el alcance analítico del film carece de hondura y de un mayor fundamento ya que no basta con encadenar una retahíla de desgracias mostradas o sugeridas: la emigración del campo a la ciudad, la abundancia de prostitución femenina y masculina, las agresiones y robos a las “jineteras”, las redadas policiales, la dificultad para operarse y convertirse en transexual, el novio machista y rufián, los balseros huyendo a Miami, la folklórica mezcla de catolicismo y santería, etc.
Lo más triste es que la revolución castrista surgió para suprimir –entre muchas otras cosas— el comercio sexual entre las chicas de la isla y los turistas ricos y ahora todo ha empeorado con la profusión de muchachas y muchachos dedicados a venderse por dinero. Este debería haber sido el núcleo conceptual de Fátima o el Parque de la Fraternidad pero ésta se dedica a enseñar lo más obvio sin importarle caer a veces en lo tópico. Una pena.
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