(1) LA GRAN MURALLA, de Zhang Yimou.

CHINA CONTRA LOS MONSTRUOS
Los que seguimos con interés la trayectoria profesional del prestigioso Zhang Yimou conocíamos ya su doble faceta creativa, siendo capaz de engendrar sensibles y bellos films “de autor” como La linterna roja (1991), Ni uno menos (1999), El camino a casa (1999) y la más reciente Regreso a casa (2014) pero también de rendirse a la industria y elaborar épicos relatos de acción y aventura con propósitos más comerciales, como Hero (2002), La casa de las dagas voladoras (2004), La maldición de la flor dorada (2006) o Las flores de la guerra (2011). La presente La gran muralla pertenece, sin duda, a esta segunda categoría.
Sin embargo, la decepción ha sido aún mayor al comprobar que el director chino ha rebajado su nivel de exigencia al aceptar el encargo de este flojo relato fantástico en el que se mezcla, sin orden ni concierto, el género bélico de época ambientado en el lejano Oriente con la típica película “de monstruos” propia de la serie B sustentada, eso sí, en los caros y sofisticados efectos especiales que permite un presupuesto más que holgado.
A lo absurdo de la trama, con ese enfrentamiento milenario entre el imperio chino y una terrible horda de aliens que cada cierto tiempo organiza el asalto de la nación, se añade la deficiente construcción de personajes con dos mercenarios occidentales, interpretados mecánicamente por Matt Damon y Pedro Pascal, que pretenden “robar” el secreto de la pólvora mientras ayudan al colorido ejército imperial a mantener intacta la Gran Muralla citada en el título de la película.
Por el contrario, lo mejor del film son las impresionantes escenas de batalla convertidas aquí en espectaculares números coreografiados aportando una atractiva y sugestiva estampa de la cultura y la idiosincrasia china. En resumen, un gigantesco publirreportaje sobre el empuje económico de este gigante asiático a través de su poderosa industria cinematográfica. Hollywood, tiembla.
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