(2) SHIN GODZILLA, de Hideaki Anno y Shinji Higuchi.

EL MONSTRUO VUELVE AL HOGAR
Tras su discreto periplo hollywoodiense —Godzilla (1998) de Roland Emmerich y su homónima (2014) de Gareth Edwards no lograron sacarle jugo al “bichejo”—, el famoso y poderoso monstruo nipón vuelve a su hogar en una simpática y entretenida monster movie con sabor añejo que recupera las esencias del personaje creado por los estudios Toho.
Los responsables del film han optado por apelar a la nostalgia. Así, esta icónica criatura recupera el aspecto primigenio, aquel mostrado en la fundacional Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo (1954), evitando abusar de los efectos digitales actuales a favor de unos más tradicionales, arcaicos vistos ahora, cuya factura técnica sin embargo resulta tan efectiva como entrañable.
Sesenta años más tarde, el origen del maléfico engendro sigue siendo de naturaleza nuclear, actualizado sin duda al pasar de las bombas de Hiroshima y Nagasaki de la II Guerra Mundial a unos perniciosos desechos radioactivos que hacen referencia implícita al desastre de Fukushima.
Shin Godzilla combina dos tramas entrelazadas con talento: el ataque del monstruo sobre la bahía de Tokio propiamente dicho y toda la actividad política y militar que provoca en las autoridades japonesas, narrada frenéticamente en un ágil montaje que permite mantener la tensión a lo largo del metraje. En ella aparecen interesantes reflexiones sobre geopolítica mundial actual, el uso racional de la fuerza frente al coloso y la capacidad de sacrificio y de recuperación de un pueblo acostumbrado a la adversidad.
La película configura, por todo ello, un eficaz entretenimiento que incluso conmoverá a los aficionados al género. Sus dosis de humor no hacen sino reforzar su condición de liviano producto friki. Para pasar un buen rato.
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