(2) HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE, de Mel Gibson.

EL HEROÍSMO BÉLICO DE UN OBJETOR
El regreso de Mel Gibson a la dirección de largometrajes una década después de su desgarrador relato de supervivencia Apocalypto (2006) no es sino la confirmación, por si fuera necesaria a estas alturas, de sus principales constantes cinematográficas: el retrato de un heroísmo que raya el fervor ascético y la eclosión de situaciones de una violencia indescriptible. Ahí está La pasión de Cristo (2004) como ejemplo paradigmático. Sin duda, su breve pero contundente filmografía es fiel reflejo de su polémica y compleja personalidad.
Hasta el último hombre narra la hazaña de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la Batalla de Okinawa, en plena II Guerra Mundial, convirtiéndose en el primer objetor de conciencia en la historia de EE.UU. en recibir la Medalla de Honor del Congreso. Tras alistarse voluntariamente, se negó a empuñar un arma por cuestiones de Fe, lo que le acarreó humillaciones y batallas legales en el seno del ejército, pero en el campo de batalla demostró su compromiso y valor rescatando a numerosos heridos.
Sin salirse apenas de los estrechos márgenes del biopic más convencional, el film entrelaza tres facetas de su vida y obra: la sentimental, la menos interesante; la defensa a ultranza de sus ideas pacifistas ante la sofocante presión ambiental, convertido en una especie de mártir humillado por sus compañeros y despreciado por sus superiores; y las escenas puramente bélicas, sin duda lo mejor de la película.
Son, pues, las secuencias de acción lo más destacable de Hasta el último hombre, llegando a la altura del prólogo de Salvar al soldado Ryan (1998), ese desembarco de Normandía alejado de todo lirismo, mostrado con un acongojante grado de realismo que describe con total crudeza la brutalidad de la guerra. Mel Gibson muestra sin pudor alguno los miembros despedazados, las vísceras y la sangre en unos combates narrados con un frenético ritmo y una cámara nerviosa que se mueve como un personaje más.
Otras virtudes que merecen mencionarse es un acabado formal serio y riguroso, sello identificativo del actor, director y productor estadounidense nacionalizado irlandés, así como un trabajo actoral a la altura de las circunstancias, acabando de perfilar un producto redondo que se contempla con contenida emoción.
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