(3) EL ÚLTIMO ACTO, de Janos Edelényi.

EL ADIÓS A UN ACTOR SHAKESPEARIANO
Janos Edelényi era un prometedor cineasta húngaro que tuvo que exiliarse hace años a Gran Bretaña, por motivos políticos, desempeñando trabajos manuales para poder sobrevivir. La primera película que le conocemos es una coproducción entre los dos países, el de origen y el de residencia, a partir de un guión en el que intervino Gilbert Adair —ya fallecido y a quien va dedicado el film— aunque en la misma se han utilizado numerosos recuerdos del propio director, que fue testigo directo de las largas y dolorosas enfermedades terminales de su anciano padre y de su joven cuñado, cuando las penurias fisiológicas parecen poner en cuestión la dignidad del ser humano.
La película es, pues, fruto de la minuciosa observación de la existencia cotidiana pese a que se haya aplicado a una ficción sobre el ocaso de un legendario actor shakespeariano, ahora en sus últimos momentos de decadencia física —sumido en un proceso degenerativo— más que mental, pues su irónico talento sigue funcionando pese a que su carácter se ha agriado hasta límites insoportables. Una enfermera húngara, aspirante a actriz, logrará atenderle con eficacia y merecer el aprecio del anciano.
El film tiene como eje central la pérdida irrevocable de la salud y la proximidad de la muerte, con algunas reflexiones sobre la profesión de cómico, una profunda consideración de las relaciones humanas y un homenaje a la gran tradición escénica británica. La excelente labor de Brian Cox, la brillantez de los diálogos —cotidianos pero llenos de citas del autor de Hamlet y Macbeth—, así como las tensas relaciones entre el viejo actor y su protectora familia dan lugar a un producto tan sólido como entrañable.
El relato revela una gran inteligencia para entender la vida y un consistente oficio narrativo no sólo por el bagaje cultural que evidencia y por el acierto en la construcción psicológica de los personajes —la rabia e impotencia del protagonista, que se resiste a aceptar su decadencia física y su condición de dependiente— sino también por el nada fácil acierto en la elección del tono narrativo: una gran tragedia personal mostrada con el aire liviano de una comedia de costumbres.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.