(3) VERANO EN BROOKLYN, de Ira Sachs.

EL FINAL DE LA INFANCIA
De Ira Sachs he podido disfrutar aquí de las magníficas El juego del matrimonio (2007), Keep the lights on (2012) y El amor es extraño (2014) y por eso me parece justo el homenaje que le ha rendido recientemente el MOMA de Nueva York y el Gran Premio del festival de Deauville que logró Verano en Brooklyn, un trabajo fruto de las circunstancias personales de sus autores: la adopción de dos pequeños gemelos por el realizador y una experiencia familiar del guionista brasileño Mauricio Zacharias. La idea central del film gira en torno a las complicadas relaciones que a veces surgen entre padres e hijos, en este caso encarnados por Jake y Tony, vecinos ocasionales cuando los progenitores del primero heredan y ocupan una vivienda en Brooklyn que lleva aparejada el alquiler de la planta baja donde trabaja, confeccionando ropa, la madre chilena del segundo.
La película se ha inspirado fundamentalmente, sin embargo, en dos magistrales títulos del japonés Yasujiro Ozu: Yo nací, pero… (1932) y ¡Buenos días! (1959, un remake en color), en donde unos niños se enfrentan a sus padres mediante una huelga de silencio, negándose a dirigirles la palabra. Aunque en el reparto de la ahora estrenada sean conocidos Greg Kinnear y Alfred Molina, Verano en Brooklyn es una brillante y sencilla producción independiente hecha con cuatro dólares y rodada en escenarios naturales pero realizada con un enorme talento.
Los juveniles protagonistas tienen 13 años, esa edad en que se deja la infancia para pasar a la pre-adolescencia, con el despertar del interés por las chicas, los juegos de carácter físico y deportivo, la imaginación volcada en universos fantásticos y de ciencia-ficción, las primeras discrepancias con los adultos, las eventuales escapadas al centro de la ciudad, etc. Y con el nacimiento de sus primeras aficiones vocacionales: Jake desea ser pintor y Tony aspira a ser actor, con la ilusión compartida de ingresar en una acreditada academia de Manhattan. El film no sólo es un certero retrato de dos chicos normales y corrientes sino también un riguroso testimonio de los diferentes contextos socio-económicos en que ambos se sitúan: en un barrio que ve proliferar los negocios, Jake pertenece a una clase media que busca una mayor prosperidad y seguridad mientras que su amigo Tony es hijo de inmigrantes, su padre permanece ausente y su madre está a punto de ser desahuciada por no poder pagar una mayor cuota del alquiler.
En Verano en Brooklyn asistimos al choque de dos mundos incompatibles: el de los afectos y el de los intereses; el de la inocencia y el de los negocios, encarnados uno y otro por los hijos y por los padres. Y es la diferencia de clases sociales lo que determina la derrota de unos ideales aplastados por la realidad.
La realización es impecable: estupenda fotografía, acertada interpretación, una planificación exacta, un ritmo perfectamente ajustado… Una pequeña joya.
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