ANTONIO CHAVARRÍAS: “LA FICCIÓN ES ÚTIL PARA RELLENAR LAS LAGUNAS DE LA HISTORIA”.

El guionista, director y productor Antonio Chavarrías (Hospitalet de Llobregat, 1956) ha presentado en Valencia su última película, El elegido. Se trata de un sólido drama, con abundantes dosis de intriga, que recrea el asesinato de León Trotski en Coayacán (México) en 1940, a manos del comunista catalán Ramón Mercader, hijo de un industrial de Barcelona y de una cubana, Caridad del Río, que tendría una gran influencia en su trayectoria vital. Un personaje apasionante, sin duda. Hombre culto y refinado, educado en Francia, militante del PSUC, fue combatiente en la Guerra Civil, siendo reclutado por el NKVD —la policía secreta de Stalin— con la misión de espiar al rival de este, Trotski. Mercader sedujo a la secretaria estadounidense del político ruso, Silvia Ageloff, para así introducirse en su círculo íntimo. Así pudo eludir la vigilancia que lo protegía en su residencia, quedarse a solas con él y clavarle en la cabeza un piolet.
¿Cómo surge la idea de la película?
Todo empezó de una forma casual. Yo he hecho varias películas en México y sigo teniendo contacto con profesionales de aquel país, algunos son buenos amigos. Una vez, en una cena alguien propuso hacer una película cuya historia pasara entre España y México. Era ese tipo de comentarios que haces en plan broma pero como un reto también. De regreso a Barcelona me acordé de Ramón Mercader. Por curiosidad comencé a leer sobre el personaje y me propuse escribir el guion y financiar el proyecto. No tenía intención de dirigirla, de hecho pensé durante un tiempo en encontrar un director pero iba implicándome cada vez más en el film. Al final asumí toda la responsabilidad.
El elegido es tu película más ambiciosa y aparatosa. ¿Cómo ha sido asumir las funciones de productor, director y guionista simultáneamente?
Bueno, ha sido un desafío profesional. Ya tenía algo de experiencia previa, así que me animé porque creía en la historia. Me he rodeado de grandes profesionales que han realizado un trabajo extraordinario. Coordinar tanta gente a un nivel tan importante económicamente ha sido también una proeza. Estoy muy satisfecho.
¿Qué te seduce del protagonista que lo has llevado a la gran pantalla?
Sin entrar en cuestiones morales e ideológicas, podemos decir que Ramón Mercader fue un hombre que luchó por sus ideas en un contexto muy conflictivo. Nos encontramos en los años 30 del siglo pasado: la democracia se debilita en Europa debido a la Gran Depresión, con el ascenso de los totalitarismos en Italia y Alemania, la Guerra Civil española, la expansión del comunismo soviético y el ambiente prebélico… Mercader fue fichado por el servicio secreto soviético por su lealtad a la causa revolucionaria y porque apreciaron en él talento como agente infiltrado. Demostró tener habilidades sociales y una gran capacidad para seducir. Y logró construirse una identidad que acabó imponiéndose a la suya propia: Jacques Mornard. Tuvo mérito lo que hizo, aunque fuera despreciable: introducirse en el entorno de León Trotski, su víctima, a través de su “noviazgo” con su secretaria fue una “hazaña” por la dificultad de la misión. Estaba protegido por el gobierno mexicano, viviendo en un auténtico bastión. Pero logró despertar la confianza de Trotski. Como episodio histórico tiene mucho interés.
Pese a ser un personaje real, se sabe muy poco de él. ¿Qué hay de realidad y qué de ficción en El elegido?
No tuve ningún complejo en enfocar El elegido como una ficción. No es un típico biopic sino un drama inspirado en hechos reales con abundantes dosis de intriga. Si bien existe muchísima información publicada en la época sobre las circunstancias del asesinato, en realidad del personaje se sabe muy poco, sobre todo por su condición de agente soviético. Así, me enfrenté al guión sabiendo que debía rellenar muchas lagunas de la Historia. La ficción es, en ese sentido, útil para completar la realidad. Gracias a un concienzudo proceso de documentación me aproximé en lo que pude a los hechos pero el resto es una recreación hipotética. Por ejemplo, está demostrado que Ramón conoció a Sylvia Ageloff en París y su “relación” se consolidó por carta hasta su reencuentro en México, pero nadie conoce cómo se desarrolló. Eso sí, he sido muy respetuoso con los datos históricos entre otras cosas porque el relato ya es bueno de por sí. Muchas otras cosas se intuyen a través de los testimonios de los conocidos y próximos de Trotski.
¿Y la relación con su madre?
Numerosos historiadores han presentado a Caridad Mercader como una persona fanatizada que empujó a su hijo al asesinato. Sin duda fue una mujer “del Partido”, que siguió a rajatabla las órdenes de Moscú. Pero otros dicen que Caridad reclutó a su hijo para alejarle del frente de la Guerra Civil española y que no corriese la suerte de su hermano Pablo, muerto en acción de combate unas semanas antes. He pretendido dejar cierta ambigüedad en la descripción de su compleja relación.
Se agradece que no juzgues a los personajes, de hecho los has retratado con gran detalle ¿Cuál fue el que más te costó describir, darle entidad?
De los importantes, tal vez el de Sylvia Ageloff. Debe ser horrible que la persona que quieres y confías, con la que hablas de boda e hijos, resulte ser un sicario de Stalin. Que toda la relación afectiva que tienes con un hombre sea una mentira. Ella fue una mujer con ideales, culta y con personalidad… pero le traicionaron los sentimientos. Se enamoró del hombre equivocado. Me imagino que su sentimiento de culpabilidad sería terrible tras enterarse de la muerte de Trotski y que el verdugo era su futuro esposo. De hecho, tras aquello se retiró del mundanal ruido y nunca se dejó entrevistar. Es un episodio que, sin duda, le marcaría de por vida.
¿Cómo ha reaccionado el público al verla?
Por ahora he visto una cálida acogida. Me sorprende que muchos espectadores se hayan identificado con Ramón Mercader antes que con su víctima. Lo que más me gusta de El elegido es que funciona a muchos niveles de lectura: a los conocedores del suceso le verán mucha fidelidad histórica; y a los que no conozcan al protagonista también les entretiene la trama de espías.
Pau Vanaclocha
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