(3) LOS HOMBRES LIBRES DE JONES, de Gary Ross.

LA GESTA DE UN REBELDE
Por todos es conocida la atracción del cine comercial USA por los relatos que recrean la vida y obra de personajes famosos, configurando ese maltratado género conocido como biopic. No es exagerado afirmar que la mayoría de este tipo de películas suele adoptar un tono hagiográfico, casi épico, que suele desvirtuar los hechos narrados, alejándolos del rigor necesario para ubicar cabalmente al protagonista dentro de su contexto histórico.
El nuevo film de Gary Ross —tras la discreta fábula distópica adolescente Los juegos del hambre (2012)— no disimula su voluntad de ensalzar las hazañas del héroe de turno interpretado admirablemente por Matthew McConaughey. Así, apenas hay mácula a su irreprochable trayectoria vital como defensor de los oprimidos. Pero ¡qué gran lección de Historia americana acompaña sus andanzas como revolucionario! La guerra civil estadounidense (1861 – 1865) sirve de marco incomparable para hablar del horror bélico, de la esclavitud, de la incipiente lucha por los derechos civiles de la minoría negra, del sangrante clasismo de la sociedad de entonces y del valiente ejercicio de rebeldía de unos marginados que soñaron con construir un país libre y justo. Liderados, por supuesto, por Newton Knight, la estrella de la función, un desertor confederado desilusionado por las injusticias y los rancios valores sudistas, que lideró una revuelta armada contra las autoridades llegando a proclamar una suerte de república independiente en el condado de Jones (Mississippi).
El realizador recrea en Los hombres libres de Jones este singular episodio histórico con voluntad didáctica, clasicismo formal e hiperrealismo ambiental. Instructiva en tanto que explica la confrontación ideológica que nutrió el conflicto, los intereses económicos en juego, el ambiente de odio y resentimiento que alimentó al Ku Klux Klan y el profundo malestar social de la retaguardia que estimuló la sublevación. Academicista en la forma de narrar y mostrar los hechos, respetando la coherencia interna, la causalidad lineal, el realismo psicológico y la continuidad espacial y temporal. E hiperrealista a la hora de retratar con gran fidelidad unos sucesos reales como las escenas de batalla, la atención médica de los heridos y mutilados de guerra, las penosas condiciones de vida del pequeño propietario agrario exprimido por los esfuerzos bélicos de los Estados secesionados, etc. Esto último se aprecia en la minuciosa puesta en escena que incluye elaborados decorados y un detallado vestuario que otorga al conjunto autenticidad.
Gary Ross añade, además, breves pasajes de un célebre juicio de los años 60 del siglo pasado, en un montaje en paralelo de manual, en el que sin llegar a perturbar el fluir de la trama principal, pone de manifiesto lo poco que había avanzado la sociedad norteamericana un siglo después en el terreno de la igualdad jurídica entre blancos y negros. Todavía hoy, en pleno siglo XXI, las heridas de la segregación racial están abiertas, tal y como puede comprobarse en cualquier informativo.
En definitiva, Los hombres libres de Jones es una interesante película que merece la pena contemplar. Por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Y por ese gran actor que es McConaughey que, desde Mud (2012) y pasando por Dallas Buyers Club (2013) e Interstellar (2014), no para de superarse en cada película que protagoniza.
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