(3) LA ESPERA, de Piero Messina.

LA PRESENCIA DEL AUSENTE
Esta coproducción italo-francesa es el primer largometraje del realizador de cortometrajes y documentales Piero Messina (Sicilia, 1981), que había trabajado ya como ayudante de dirección de Paolo Sorrentino en dos ocasiones. La espera logró tres galardones en el festival de Venecia y otros en el de Bari y en los premios David de Donatello, especialmente volcados en las actrices y en la novel dirección.
El film nos lleva casi inevitablemente al recuerdo de La habitación del hijo (Nanni Moretti, 2001) por la constante presencia del ausente —el hijo muerto—, por la desgarrada manera de llevar el luto y por el silencioso modo de sufrir el dolor. Las excelentes interpretaciones de Juliette Binoche y de Lou de Laâge así como la hermosa y original música de la banda sonora contribuyen al magnífico resultado de una obra que gustará a los cinéfilos que amen los productos hechos con sutileza y exquisitez.
La película se inscribe en ese cine moderno y personal que denominamos de “autor”, con su ritmo pausado, su cámara contemplativa que va describiendo los ambientes, actitudes y gestos de los actores —hay planos “geométricamente” desequilibrados porque en su composición ha importando tanto el sitio como el personaje—, el proceso narrativo concebido como un misterio que se va desvelando a modo de un suspense psicológico…
En esta ocasión, el “argumento” es lo de menos: la novia de un muchacho va a visitarlo, como invitada, en las vacaciones de Pascua, a una villa siciliana donde sólo encuentra a su madre, que afirma haber celebrado recientemente el funeral de un hermano. Poco a poco la verdad va saliendo a flote. Piero Messina ha huido del tópico de la isla sureña cálida y soleada introduciendo en las cumbres montañosas una neblina que siembra un clima de inquietud, con discretas alusiones a la muerte, como la procesión de Semana Santa.
El director ha declarado “buscar la sencillez sin caer en lo simplista”, diferencia que sólo se puede lograr según él en el momento del rodaje. Su relato va directo a lo esencial, descubriendo los ocultos sentimientos personales, el nacimiento de complejas relaciones entre las dos mujeres, la eclosión de emociones reprimidas, la importancia evocadora de los objetos —teléfono portátil, colchoneta, etc.—, la expresión de las ilusiones, los miedos y el desencanto hasta desembocar finalmente en la complicidad y el consuelo mutuo.
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