(2) EL PROFESOR DE VIOLÍN, de Sérgio Machado.

MÚSICOS EN LAS FAVELAS
El cantante Carlinhos Brown ya mostró en la película El milagro de Candeal (Fernando Trueba, 2004) cómo la práctica musical —con instrumentos de percusión, en su caso— podía aliviar la degradada situación socio-cultural de niños y jóvenes en una gran favela brasileña. Sérgio Machado —que empezó como ayudante de Walter Salles en Estación Central de Brasil (1998)— sigue el mismo esquema argumental, en este caso ubicando los hechos en Sâo Paulo, donde un violinista que ha fracasado en su intento de ingresar en la Orquesta Sinfónica del Estado, se dedica a dar clases de su especialidad a muchachos de un barrio pobre con el resultado de enseñarles un oficio y, a la vez, recuperar la autoestima para poder alcanzar sus aplazados objetivos profesionales.
De nuevo, pues, una actividad artística —vehículo de acceso a la educación y a la cultura ausente en muchos sectores del país— es el instrumento utilizado para rescatar a una colectividad humana sin futuro ni esperanza al otorgarle la oportunidad placentera de adquirir disciplina, conocimientos y dignidad personal. La película se inspira tanto en recuerdos autobiográficos del director —sus padres eran músicos profesionales de una orquesta sinfónica y él asistía de niño a los ensayos— como en la obra Acorda Brasil, de Antonio Ermirio de Moraes, que cuenta la labor educativa del maestro Silvio Baccarelli al apoyar la escuela Heliópolis en un barrio deprimido obteniendo tanto la ayuda del gobierno federal como los fondos de empresas privadas.
El profesor de violín está interpretada por una mezcla de actores consagrados y ocasionales, teniendo como eje narrativo la formación de una orquesta escolar de cuerda que ejecuta tanto partituras clásicas como populares, incluyendo el rap. Y Sérgio Machado se identifica especialmente con el film porque, según ha declarado, rinde así homenaje a sus progenitores y establece un paralelismo entre la precariedad de sus personajes juveniles y la suya propia como cineasta ante un futuro incierto.
Si la cinta no alcanza un nivel de calidad más elevado es porque se nota demasiado el afán didáctico y redentor de su guión así como el excesivo optimismo social de su mensaje, echándose en falta un mayor rigor y naturalidad a la hora de mostrar las situaciones y los medios necesarios para combatir y vencer a la delincuencia, la violencia, la pobreza y el lucrativo negocio del narcotráfico, cuestiones que ensombrecen gravemente la realidad brasileña.
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