(3) LA CLASE DE ESGRIMA, de Klaus Härö.

ESTONIA, CUENTAS PENDIENTES
Esta coproducción de Finlandia, Estonia y Alemania es el quinto largometraje del cineasta finés Klaus Härö (Parvoo, 1971), licenciado en la Universidad de Helsinki y ganador del premio Ingmar Bergman 2004. De este realizador habíamos tenido ocasión de ver estrenado aquí su cuarto título, el bergmaniano Cartas al padre Jacob (2009), y ahora nos complace con un drama bien construido y emotivo que parece una continuación de 1944 (2015) con ese profesor de esgrima que llega a un pueblecito estonio en 1950, procedente de Leningrado, perseguido por la policía política por haber estado enrolado a la fuerza en las filas del ejército alemán durante la invasión de Estonia en 1941.
El protagonista (Endel Nelis) es un campeón en su especialidad pero se topa con varios obstáculos: falta de material deportivo, exceso de burocracia, celos y desconfianza del director de la escuela… La película está bien realizada y explica la escasa sintonía que parece existir entre Estonia y Rusia, pues la antigua U.R.S.S. se anexionó como república federada al pequeño país y lo mantuvo sujeto a su autoridad durante 46 años.
El desagrado local contra la esgrima —que luego es exaltada en la Unión Soviética en un concurso juvenil en el que se menosprecia a la modesta delegación estonia— como deporte aristocrático opuesto al proletario, sin tener en cuenta sus valores de disciplina, reflejos, autocontrol, respeto por el adversario, etc. es equivalente al prejuicio maoísta, durante la Revolución Cultural, de que el violín era un despreciable instrumento burgués.
Al realizador Klaus Härö siempre le han interesado las relaciones e influencias existentes entre adultos y niños. Esta película le ha permitido abordar el tema de la educación y de la importancia de la labor del maestro —la historia amorosa parece más una concesión a la taquilla—, que resulta imprescindible para los alumnos como modelo de conducta, incentivo para lograr objetivos y como acicate para la auto-superación. Y en todo el film se plantea el serio dilema entre el deber de servir al país y la necesidad de salvarse uno mismo como individuo.
La clase de esgrima es un buen trabajo fílmico que logra aunar solidez técnica, pericia narrativa y potencia emocional.
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