(1) LA LEYENDA DE TARZÁN, de David Yates.

EL (SUPER)HÉROE DE LA SELVA
Enésima versión cinematográfica del célebre personaje creado por Edgar Rice Burroughs, La leyenda de Tarzán concentra y actualiza la vasta tradición literaria del héroe “criado por animales” en un liviano pero entretenido relato de aventuras influenciado por el (sub)género superheroico, esto es, nos encontramos ante una plasmación hipertrofiada del mito roussoniano del “buen salvaje”. John Clayton III no es sino un hombre extraordinario dotado de habilidades sobrehumanas cuya labor principal es liberar el Congo belga de un conato de tiranía, a la vez que recupera sus raíces salvajes alcanzando finalmente su largamente perseguida meta de paternidad. A nadie se le debe escapar, pues, el permanente juego dialéctico entre civilización y naturaleza, cultura e instinto, sociedad e individuo, maldad del blanco colonizador /vs/ bondad congénita de los habitantes del paraíso terrenal.
Para justificar el pago de la entrada, David Yates y su equipo de guionistas han edificado una historia un tanto rebuscada adornada con (sub)tramas bastante chapuceras: tras varios años viviendo en Londres, el joven aristócrata accede a su nombramiento como delegado comercial del Imperio británico por lo que regresa al que fue su hogar, viéndose implicado en un complot —la colonización de África por parte de las potencias europeas como telón de fondo— que persigue explotar los recursos naturales de la selva congoleña esclavizando a las tribus nativas de la zona, imponiendo un régimen autoritario liderado por el cruel emisario del rey Leopoldo de Bélgica. Todo ello narrado en paralelo con el conocido origen del Tarzán, para aquellos que todavía hoy siguen sin conocerlo.
La leyenda de Tarzán destaca por su incuestionable poderío visual, con abundantes escenarios exóticos, efectos especiales a raudales y una constante sucesión de secuencias de acción. No obstante, toda esta ostentación técnica no va acompañada de una sólida construcción de personajes, una compleja red de relaciones y una progresión verosímil de situaciones. Huelga decir que su desenlace es forzado y convencional derivando en un canto a la familia. Bien es cierto que el principal objetivo del film es la pura evasión… se agradece su sinceridad y falta de pretensiones.
Siento lástima por las discretas interpretaciones de varios actores de renombre, especialmente un Christoph Waltz y un Samuel L. Jackson ejerciendo de secundarios que no acaban de dotar de tridimensionalidad a sus personajes. Alexander Skarsgård —vampiro borde y seductor en la serie de TV True Blood— da vida a un impertérrito “rey de la jungla” dopado hasta arriba de esteroides que no es capaz de expresar matices con su constante cara de enfado. Por su parte, Margot Robbie es una Jane de armas tomar que reivindica papeles más activos que la de simple comparsa, si bien acaba pariendo al vástago de Tarzán. Habrá nueva entrega, con niño incluido.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.