(3) LAS MIL Y UNA NOCHES: VOL. 1, EL INQUIETO, de Miguel Gomes.

ENTRE EL CUENTO Y LA PESADILLA
Del escaso cine portugués que llega a nuestras pantallas me causó una magnífica impresión, a principios de 2013, la película Tabú (2012) de Miguel Gomes. Ahora se estrena su última realización, premiada en el pasado festival de Sevilla, que es un personal y singular retrato del vecino país, sumido últimamente en una profunda crisis económica causante del cierre de empresas y talleres, despidos, trabajos eventuales, salarios bajos, paro, etc., circunstancia financiera, laboral y social que el film contempla centrando su atención en el factor humano y mostrando una serie de personajes sumidos en la tristeza, la ansiedad, la baja autoestima y la depresión.
Las mil y una noches: Vol. 1, el inqueto, primer capítulo de un proyecto que, al parecer, abarca tres, es una mirada entre fantástica y realista, entre onírica y cotidiana, sobre la ciudadanía lusa de hoy, sin evitar mostrar detalles revestidos de un humor teñido de amargura. Un retablo profundamente humano, social, económico y político —con frecuentes intervenciones de una voz en off, la de un narrador en tercera persona— que nos produce la impresión de hallarnos ante un cine libre, comprometido y moderno, de estructura heterogénea, que no duda en mezclar géneros: si los cuentos actualizados de la mítica Scherezade, teñidos de costumbrismo, nos remiten a la ficción, la cámara y los personajes nos conducen por las sendas del documental más apegado a la prosaica realidad, con un clímax final propio del cinema verité en el que varios individuos cuentan sus penas mirando de frente al tomavistas. El film viene pues a confirmar la transversalidad actual de los géneros cinematográficos, que en los últimos años han perdido su pureza original para entretejer sus más genuinas características formales.
Una película que retrata la realidad con gran autenticidad pero también con grandes dosis de imaginación, con la ventaja técnica que proporciona una fotografía en color de alta calidad y resolución y que, como en algunos filmes de la Nueva Ola francesa, en concreto los de J. L. Godard, recurre con una gran libertad creativa al uso de letreros, rótulos y cifras, además de escenas de alcance metafórico sin relación aparente con el discurso principal. Un cine inteligente, inventivo y riguroso.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.