(2) LAS AMIGAS DE ÁGATA, de Laia Alabart, Alba Cros, Laura Ríos y Marta Verhayen.

CUATRO CHICAS DE BARCELONA
Modesta película exhibida con diálogos en catalán y subtítulos en castellano, de 70 minutos de duración, que constituye el ejercicio fin de carrera de cuatro estudiantes de comunicación audiovisual de la Universitat Pompeu Fabra. Producido mediante pequeñas aportaciones privadas (crownfounding) e interpretado por cuatro actrices noveles, este film de difícil explotación comercial ha ganado algunos premios en pequeños festivales y tiene el interés de constituir un estimable testimonio sobre determinado sector de la juventud femenina actual, sobre su mentalidad y hábitos, concretamente la formada por muchachas que habitan en grandes ciudades, tienen alrededor de 20 años, ocupan su tiempo de ocio en bares y discotecas, beben y practican sexo sin los rígidos prejuicios de antaño.
Nos hallamos ante un tipo de cine naturalista con abundantes elementos costumbristas y con utilización de tiempos muertos, características narrativas que lo sitúan en el borroso límite que separa la ficción del documental, una consecuencia estilística de la búsqueda de un mayor realismo y autenticidad, como descubrieron los franceses en los años 60 y bautizaron con el nombre de cinéma-verité.
El punto de inflexión de Las amigas de Ágata se ubica al final, cuando la chica universitaria descubre las diferencias que la separan de sus tres compañeras durante la escapada que hacen a la Costa Brava. Una crisis de camaradería, consecuencia de una diversa evolución personal, que marca el paso desde la adolescencia a la edad adulta: el inicio de la madurez.
En este caso, el problema reside sobre todo en el valor de lo narrado, aquí demasiado obvio y previsible, por lo que se echa de menos una mayor amplitud y profundización en la mirada sobre la personalidad de las protagonistas.
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