(2) DOS BUENOS TIPOS, de Shane Black.

DOS INVESTIGADORES Y MEDIO
Conviene seguir la trayectoria profesional del director y guionista Shane Black. No solamente escribió el libreto de títulos emblemáticos de los años 80 y 90 como Una pandilla alucinante (1987), El último Boy Scout (1991) y El último gran héroe (1993) así como de las dos primeras entregas de la saga Arma Letal; sino que ya ha dirigido con solvencia dos films: Kiss Kiss, Bang Bang (2005) —su debut tras las cámaras: un thriller con abundantes pinceladas noir que, inspirado en el cine de Tarantino, actualizó la buddy movie de antaño— y Iron Man 3 (2013) —su distraída incursión en el género superheroico— y ahora estrena su tercer largometraje, Dos buenos tipos.
Ambientada en la ciudad de Los Ángeles durante los años 70, la presente película gira en torno al detective Holland March (Ryan Gosling) y el matón a sueldo Jackson Healy (Russell Crowe), dos fracasados que se ven forzados a colaborar para resolver un complejo caso que incluye la desaparición de una joven activista, la muerte de una estrella porno y una conspiración criminal que llega hasta las altas esferas del poder.
El film, al igual que su opera prima, recoge el testigo de la mejor temática detectivesca de los años 60 y 70 del siglo pasado, describiendo ambientes turbios y personajes ambiguos, mezclando no pocas dosis de humor, violencia y suspense. En este caso, Shane Black consigue trasladarnos a un contexto socio-político sólidamente retratado, un país en pleno cambio donde convivieron los últimos estertores del movimiento contra-cultural hippie, la crisis de valores y el incipiente rearme conservador de la era Nixon y los primeros amagos del capitalismo corporativista actual.
Más liviana que la cínica y provocadora Puro vicio (2014) de Paul Thomas Anderson, Dos buenos tipos juega con la interactuación del sólido reparto, especialmente la pareja protagonista —un Russell Crowe orondo, hierático y sarcástico; un sobreactuado Ryan Gosling que sin embargo luce una inesperada vena cómica—, e introduce inteligentemente en el argumento el cine X de la época pero como arma política e instrumento de denuncia y no tanto como un sagaz retrato de las interioridades del negocio al estilo Boogie Nights (1997).
En esencia, el relato aborda la investigación de dos personajes desnortados y con numerosos defectos, torpes pero de buen corazón. Una especie de Pepe Gotera y Otilio del gremio que por separado son un cero a la izquierda pero juntos son capaces de resolver el misterio. Se agradece esta desmitificación de la figura del detective. Y, como un tercer miembro del equipo, aportando sensatez y sentido común a pesar de su corta edad, una sensacional Angourie Rice encarnando a la hija del detective Holland, que no para de ayudar y facilitar el trabajo a los adultos. Por cierto, qué madurez más bien llevada la de Kim Basinger, tan guapa como en su época de esplendor.
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