(1) UNA MADRE IMPERFECTA, de Lorene Scafaria.

AYUDAR A LOS DEMÁS PARA AYUDARSE A SÍ MISMA
En ocasiones, los actos más altruistas y desinteresados responden a una motivación egoísta o revelan un conflicto interior que disimula en arrebatos de generosidad hondos desequilibrios emocionales. Es lo que le pasa a la protagonista de Una madre imperfecta, el segundo largometraje de Lorene Scafaria tras su discreta comedia romántica pre-apocalíptica Buscando un amigo para el fin del mundo (2012).
Tras enviudar, Marnie Minervini (Susan Sarandon) se traslada de Nueva York a Los Ángeles para estar cerca de su hija Lori (Rose Byrne), una guionista de TV en plena crisis sentimental. Además de lidiar con los problemas laborales de su oficio y con su reciente ruptura amorosa, Lori deberá enfrentarse a las constantes llamadas y mensajes de texto, las visitas inesperadas y las intromisiones en su vida privada de su posesiva y sobreprotectora madre. Marnie deberá encontrar otras maneras de encauzar su aparente optimismo y su exaltada generosidad.
Basándose en episodios autobiográficos de la directora y guionista estadounidense, Una madre imperfecta es una comedia dramática basada en la típica contraposición de personalidades diferentes: una madre metomentodo y una hija que necesita espacio vital en el cual meditar, enfrentarse y superar sus adversidades, todo ello sustentado en una progresiva escalada de tensión cómica que no oculta, sin embargo, moderadas dosis de dramatismo en lo tocante a temas como la soledad, la pérdida de un ser querido y el sentimiento de duelo, la necesidad de sentirse útil, las carencias afectivas, etc.
Si bien Lorene Scafaria configura un sincero retrato femenino de las siempre complicadas relaciones materno-filiales, la película transita por una senda plagada de convencionalismos y espacios comunes del género: personajes trazados con escasas pinceladas, actos dadivosos que no vienen a cuento, traumas aletargados que de repente emergen a la superficie, procesos acelerados e inverosímiles de curación psicológica y, sobre todo, la resolución definitiva de las desaveniencias entre madre e hija y el descubrimiento de un amor tardío pero terapéutico que logrará convertir a la protagonista en una maravillosa persona.
Sin duda, lo mejor del film es la interactuación de Susan Sarandon y Rose Byrne, actrices que bordan sus papeles aportando abundantes observaciones sobre comportamientos y sentimientos humanos. Ambas insuflan vida a los personajes en un entrañable duelo interpretativo entre una madre y una hija que se quieren pero se reprochan carencias comunicativas y escasa comprensión mutua. Se deja ver.
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