(3) TRUMBO (LA LISTA NEGRA DE HOLLYWOOD), de Jay Roach.

UNA VÍCTIMA DE LA GUERRA FRÍA
Los cinéfilos más veteranos ya conocen de sobra la personalidad y la trayectoria de Dalton Trumbo (1905-1976), que ahora se asoma a nuestras pantallas gracias al discreto realizador Jay Roach, que ha adaptado un libro de Bruce Cook para convertirlo en un interesante film que se aleja de los habituales biopics para relatar no sólo las virtudes profesionales y cívicas del protagonista —el guionista más prestigioso y cotizado de su época— sino también sus debilidades y humanas contradicciones.
La historia narrada ya la conocíamos, sin embargo, a través de diversas fuentes: el libro de Román Gubern McCarthy contra Hollywood: la caza de brujas (Anagrama, 1970); el único film dirigido por Trumbo (Johnny cogió su fusil, 1971, basado en su novela de 1938); el excelente documental Hollywood a juicio (David Helpern Jr. y James Gutman, 1976); las películas con actores La tapadera (Martin Ritt, 1976) y Caza de brujas (Irwin Winkler,1992), etc.
La película Trumbo sigue por orden cronológico su vida privada —familia, amigos y camaradas— y profesional —numerosos guiones, algunos de ellos escritos bajo seudónimo o firmados por otros tras ser vetado por la industria del cine—, centrando la atención en su periodo de “clandestinidad” entre 1947 y 1960: su inclusión en las “listas negras” por ser uno de los llamados Diez de Hollywood que se negaron a declarar ante el Comité de Actividades Anti-Americanas del Congreso —comandado por J. Parnell Thomas y Joseph McCarthy—, por lo que el protagonista fue condenado a un año de prisión y a una multa de 10.000 dólares por desacato, sin atender la petición de amparo que su grupo hizo alegando la disposición de la primera enmienda constitucional, que hacía prevalecer la libertad de conciencia sobre la obligación de hacer pública la propia ideología.
Dalton Trumbo fue, pues, uno de los diez “testigos inamistosos” que se negaron a manifestar su militancia política, a delatar a sus compañeros —como sí hicieron los directores Elia Kazan, Sam Wood, Edward Dmytryck, etc. y los actores Gary Cooper, Robert Taylor, John Wayne… por “patriotismo” y por temor a perder no sólo sus trabajos sino también sus piscinas, en expresión de Orson Welles— o a exiliarse a Europa como Joseph Losey, Jules Dassin y John Berry, entre otros. Trumbo fue suspendido de sueldo por la productora MGM. Y, rechazado por los estudios, pasó a la resistencia en la sombra escribiendo guiones bajo seudónimo y a precios de saldo, logrando pese a todo dos Oscars —que no pudo recoger— por los libretos de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1952) y El Bravo (Irving Rapper, 1956). El valiente respaldo en 1960 del actor-productor Kirk Douglas (Espartaco) y del productor-director Otto Preminger (Éxodo) le permitieron salir por fin en los títulos de crédito con su nombre real y poner fin a una vergonzosa etapa de invisibilidad.
La película de Jay Roach es muy recomendable tanto por su amplia información como por su honesto punto de vista pues explica que la sólida postura ética de Trumbo, cuando la mayoría acabó desmoronándose y cediendo, se forjó muchos años antes, en la crisis económica de 1929, como testigo del paro y la miseria de los trabajadores y su afiliación del Partido Comunista de Estados Unidos, además de asistir complacido a la alianza entre USA y la URSS en la guerra mundial contra el fascismo y el nazismo.
Pero todo cambió de signo cuando la bomba atómica dejó de ser un arma exclusiva de EEUU y arraigó de una forma tan poderosa como imparable la paranoia contra el comunismo, surgiendo el miedo, las sospechas, las delaciones y la represión en el seno de la que se tenía por una democracia tan firme como ejemplar.
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