(3) LA PUNTA DEL ICEBERG, de David Cánovas.

CRÓNICA NEGRA DEL NEOLIBERALISMO
Los desmadres del neoliberalismo económico, léase un darwinismo social llevado a su grado superlativo, han sido retratados en el cine español en numerosas ocasiones, siendo notables las películas que han abordado las cada vez peores condiciones laborales de la clase trabajadora, es decir, aquella que recibe un salario a cambio de su tiempo y su talento dedicados a la realización de una actividad profesional. Sobre la creciente precariedad e incertidumbre en el trabajo deben mencionarse Smoking Room (2002), El principio de Arquímedes (2004) y El método (2005), film realizados en época de bonanza cuando, en teoría, “España iba bien”.
Tras casi una década de despiadada crisis económica que ha desmoronado el mercado laboral patrio y ha estimulado reformas legales que flexibilizan el empleo hasta reducirlo a la semiesclavitud, el debutante David Cánovas adapta la obra teatral homónima de Antonio Tabares para dar una sórdida vuelta de tuerca a este ámbito social. Una vez apartados del sistema a los parados y alejados del sueño de prosperidad a los “afortunados” ochocientoseuristas, ahora son también los asalariados de “cuello blanco”, la cúspide de la jerarquía laboral —jefes de departamento, responsables cualificados de oficina o administración y ejecutivos de empresa—, quienes son sometidos a una explotación laboral insoportable hasta el punto de afectar gravemente a su salud e incluso a su vida.
Inspirada en los suicidios acontecidos recientemente en la compañía France Télécom, La punta del iceberg elabora una impactante radiografía del hipercompetitivo entorno laboral de las grandes corporaciones. Así, una multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados. Sofía Cuevas (Maribel Verdú), alto cargo de la compañía, es la encargada de realizar un informe interno para esclarecer los hechos. A través de sus entrevistas con los empleados irá descubriendo un clima enfermizo de trabajo donde abundan los abusos de poder, las jornadas interminables, las horas extras no retribuidas, la presión insoportable por mejorar las cifras de negocio, los chantajes, las zancadillas profesionales y las envidias entre compañeros.
La trama principal y las diversas subtramas anexas están perfectamente hilvanadas gracias a un magnífico guión adaptado por David Cánovas, José Amaro y Alberto García, que aporta numerosas y acertadas reflexiones en boca de los personajes sobre los extenuantes métodos de trabajo, la patológica obsesión por la productividad, el coste psicológico y familiar de un empleo tan absorbente y la injusta consideración peyorativa del “factor humano” que convierte al trabajador en sospechoso habitual de no cumplir con sus obligaciones, de ser un vago o un inepto. La moda reciente de colocar un sistema de videovigilancia en zonas de trabajo es un paso más, ya indisimulado, de abuso laboral pues se pretende amedrentar al personal vulnerando además su derecho a la intimidad.
La punta del iceberg destaca, además, por una laboriosa ambientación que recrea la aséptica frialdad de la arquitectura de oficina y una tensión dramática creciente que logra mantener la atención de espectador a lo largo del metraje. Sin duda, la meritoria participación de un elenco de actrices y actores de la talla de Maribel Verdú, Fernando Cayo, Bárbara Goenaga, Álex García, Carmelo Gómez y Ginés García Millán acaba perfilando uno de los mejores films de la temporada, un thriller de sofisticados escenarios laborales que acaba derivando en un film de terror psicológico sin necesidad de recurrir a los típicos sustos o a planteamientos ultraterrenales.
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