(2) MAÑANA, de Cyril Dion y Mélanie Laurent.

MEDIDAS PARA SALVAR EL MUNDO
El presente documental empieza de un modo apocalíptico. Según un estudio de la revista Nature publicado en 2012, habrá antes de finalizar este siglo un colapso en la Tierra con la muerte de gran parte de sus habitantes como consecuencia de la contaminación, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la superpoblación, la degradación de la Naturaleza, la escasez de alimentos y la crisis de los sistemas financieros. El film es una mirada multidisciplinar, a cargo de expertos en diversas materias, sobre las medidas a adoptar urgentemente para evitar la catástrofe que nos espera. Pero ello supondría la implantación de una nueva civilización, de un radical cambio de mentalidad bajo la égida del ecologismo y la sostenibilidad medioambiental, con el abandono de las fuentes fósiles de energía, el rechazo del consumismo y de la acumulación de riquezas, con asunción de una organización social opuesta a la actual: las decisiones serían tomadas de abajo hacia arriba, con delegación de poderes de los individuos a los grupos y de éstos a las instituciones.
Documental premiado con el “César” de 2016, Mañana es un manifiesto fílmico producido a través de la auto-financiación popular cuyo análisis de los problemas globales y de sus posibles remedios ha exigido que las cámaras se hayan desplazado a diferentes zonas del planeta, relacionando temas y lugares diversos mediante una explicativa voz en off y canciones alusivas. Se proponen nuevas recetas, algunas de indudable interés, para corregir los actuales errores y abusos pero en mi caso, tras haber sido testigo del auge y fracaso del movimiento hippy y de las comunas de los años 60 y 70, no comparto plenamente el desbordante optimismo de este discurso lleno de utopías y de idealismo basado en la buena voluntad y en la generosidad, no en el egoísmo y la codicia, de los ciudadanos, ya que no puedo evitar desconfiar de las fórmulas propugnadas por los manuales de auto-ayuda. Late en el film una gran dosis de esperanza fundamentada en las bondades de las decisiones comunitarias tomadas en asamblea e incluso en el sorteo de los cargos representativos, mostrándose más dispuesto a describir las maravillas que nos esperan en el futuro que a analizar con rigor las contradicciones, injusticias y cortapisas que el sistema nos depara en el presente.
Autoconsumo, educación en libertad, autogestión, uso de monedas locales, reciclaje, huertos urbanos, transporte en bicicleta, etc. son en realidad soluciones parciales y limitadas, discutibles o de difícil aplicación si no cambiamos antes, con medidas revolucionarias, el contexto social, económico y político que nos condiciona o nos constriñe con normas coactivas o con valores con los que somos adoctrinados desde la cuna.
No olvidemos que nuestras democracias se fundamentan en el voto ciudadano depositado en las urnas, del que depende nuestra convivencia inmediata. Y lo que podemos ver ahora es el giro conservador experimentado en Estados Unidos y en Europa, la ascensión de los partidos xenófobos de ultraderecha, la hegemonía del neoliberalismo económico y el reforzamiento del poder de los mecanismos financieros, sin olvidar el insuficiente nivel cultural medio de la población, con sus bajos índices de lectura y el consumo masivo de TV basura en los que el mero entretenimiento ahoga cualquier atisbo de razonamiento. Así pues, ¿qué nos deparará el mañana?
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