(1) EL OLIVO, de Iciar Bollaín.

ECOLOGISMO ANTI-CRISIS
Confieso que me ha decepcionado bastante la última película de la siempre sugerente Iciar Bollaín, escrita por su compañero y padre de sus tres hijos el guionista escocés Paul Laverty, una fábula sobre la sociedad actual —el viejo árbol como símbolo de una cultura ancestral; la estatua de la Libertad como mero adorno de ricos, finalmente hecha añicos— cuyo “mensaje” parece funcionar bien sobre el papel pero que, llevada a la pantalla, presenta todas las características de una proclama ecologista y anti-capitalista cogida un poco por los pelos como consecuencia de unas situaciones creadas con cierto artificio y de unos personajes concebidos con una lógica algo forzada.
El rodaje tuvo lugar cerca de Sant Mateu (Bajo Maestrazgo, Castellón) y el relato se desarrolla en un tiempo presente de crisis económica y de desempleo —restaurante en la playa y granja avícola como negocios que se desmoronan— pero hunde sus raíces en años anteriores, en momentos de esplendor —los años 80 y 90—, cuando se vendieron a buen precio olivos y algarrobos milenarios para adornar chalets, urbanizaciones y lujosas oficinas. Por eso la Generalitat Valenciana intentó entonces frenar estos abusos depredadores dictando una ley protectora, previa catalogación de los “árboles monumentales”.
Javier Gutiérrez y la novel Anna Castillo hacen un buen trabajo interpretativo pero la película posee, a mi entender, una base dramática bastante endeble porque lo fía todo al carácter melodramático de la historia —la relación afectiva entre una nieta y su abuelo enfermo— y a una concepción mística, cuando no fetichista, de la Naturaleza. Se salta toda lógica con ese disparatado viaje reivindicativo a Düsseldorff (Alemania) olvidando las diversas razones que han provocado aquí el hundimiento de las explotaciones agrícolas y que los jóvenes con estudios abandonan los campos, poco o nada rentables, para buscar trabajo en la ciudad.
Y las redes sociales, cargadas de buena voluntad, poco pueden hacer para solucionar un problema tan grave y complejo.
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