POL RODRÍGUEZ: “QUIZÁS APRENDES MÁS COSAS DE LOS MALOS MAESTROS QUE DE LOS BUENOS”.

No es un recién llegado a la industria del cine. A sus 38 años lleva ya casi 20 asumiendo las más variadas funciones, consolidándose en la última década como el ayudante de dirección de destacables títulos como En la ciudad de Silvia (2007), La teta asustada (2009), Pa Negre (2010) o Stella Candente (2014). Ahora debuta como director de largometraje con Quatretondeta, exótica road movie con trazas surrealistas y pinceladas folklóricas que narra el periplo de un melancólico anciano con alzhéimer que roba el cadáver de su mujer para enterrarla, tal y como ella deseaba, en su pequeño pueblo natal del interior de Alicante. En su recorrido se cruzará con estrafalarios personajes en un esperpéntico retrato del mundo rural valenciano. Fue presentada con vítores del público en el festival de Málaga.
¿Cómo surge la idea de la película?
Hace muchos años que tengo en mi mente la historia de Quatretondeta pero hasta ahora no había podido llevarla a cabo. Todo empezó en el funeral de mi abuelo, oriundo de esta localidad alicantina. La situación, aunque triste para la familia, me hizo imaginar una película que, a medio camino entre el drama y la comedia, tratara el tema de la memoria, las raíces y la identidad individual y colectiva. Desde el principio pensé en un personaje transportando un ataúd por los paisajes semiáridos de la comarca. Un punto de partida atiborrado de humor negro que no eludiera, por otra parte, una emotiva y densa reflexión sobre los lazos familiares, las miserias y costumbres de la gente en un entorno rural. Me encantaba la idea de tener que mirar hacia atrás para poder ir hacia adelante, saber qué dirección tomar.
¿Qué importancia tiene Quatretondeta en el relato?
Esta población es el inicio y el destino de la historia. Los protagonistas tienen una relación directa o indirecta con Quatretondeta. Hay una trayectoria vital por los alrededores pero en definitiva la película habla de este pueblo y de sus habitantes, sus costumbres y sus fiestas, tratando de mostrarlos en escenas más o menos cotidianas. Fue mi deseo desde el principio integrarlos en ella.
¿Cómo fue el proceso de casting?
Realmente fue muy sencillo, porque por mi trabajo ya había tenido contacto con los actores y no me costó convencerlos de que participaran en el film. Se trata de buenos actores que además son excelentes compañeros de equipo. Ha sido un auténtico placer trabajar con ellos.
¿Por qué le has dado un enfoque surrealista a Quatretondeta? Han calificado la película de “berlanguiana”, ¿corroboras esta valoración?
Es cierto que la historia tiene un planteamiento de fábula o cuento amable, pues si me hubiera aproximado a ella con parámetros realistas hubiera resultado un drama con exceso sentimental. El tono histriónico y barroco de Quatretondeta le aporta una comicidad que la enriquece. Sinceramente no hubo intencionalidad de que fuera catalogada como “berlanguiana” la película, si bien existen características estilísticas y narrativas del cine de Berlanga. Me declaro poco mitómano. Yo prefiero alardear de mi formación práctica. Mi escuela ha sido la calle, el día a día. He aprendido sobre la marcha asumiendo todo tipo de funciones en esta industria “artesanal” que es el cine español.
¿De quién has aprendido más? ¿Quiénes fueron tus maestros trabajando bajo sus órdenes como ayudante de dirección?
Bueno, sería injusto resaltar a unos y vilipendiar a otros. He aprendido de todos con los que he trabajado. De hecho, quizás aprendes más cosas de los malos maestros que de los buenos. Yo siempre doy el mismo consejo sobre el aprendizaje del oficio: la teoría está muy bien saberla, pero es imprescindible la práctica. Pero además conviene hacer todo tipo de funciones para hacerte una idea de cómo funciona este curro. Empezar con humildad, desde lo más bajo del escalafón, sirve para curtirte como profesional de cualquier actividad.
Pau Vanaclocha
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