(3) LUCES DE PARÍS, de Marc Fitoussi.

TENTADA POR LA GRAN CIUDAD
Este cuarto largometraje de Marc Fitoussi es una estimable comedia dramática de ambiente rural que destaca por la labor interpretativa de Isabelle Huppert y de J. P. Darroussin pero, especialmente, por una dirección llena de sensibilidad y de delicadeza que aborda la existencia cotidiana sin caer en los tópicos que acechan continuamente a esta clase de relatos.
El realizador ubica su historia en una granja de ganado sita en Normandía pero evita retratarla como un mundo anticuado, tradicionalista y decadente pues los protagonistas, Brigitte y Xavier, han cursado estudios agropecuarios, llevan el negocio como una empresa mediana y en su casa pueden verse libros, discos y electrodomésticos que indican un cierto nivel de confort.
Este matrimonio vive solo pues sus hijos se han emancipado ya y es entonces cuando la rutina y el tedio amenaza con agrietar la relación de la pareja conyugal. El marido se concentra en la crianza de las reses y, como telón de fondo de la película, podemos observar los partos, la limpieza de las cuadras, la recogida de la leche, los concursos, etc., sugiriendo una larga convivencia dominada por el afecto pero también privada de fuertes emociones.
Un día Brigitte se decide a cambiar de aires y marcha a París sola durante unos días con la oportunidad de sentir la excitación de alguna aventura erótica, aunque su sentido común le permite captar la diversa calidad humana de las personas con las que se topa. La cámara utiliza sobre todo planos fijos pues lo que le interesa es captar los rostros y los sentimientos de los distintos personajes: la profesionalidad de un Xavier pegado a la tierra y el carácter más soñador de Brigitte —un lejano eco de la inquieta Madame Bovary—, curiosa a la hora de explorar nuevos ámbitos y relaciones, sin que su vuelta a la vida anterior, con la tolerante actitud del marido, represente una solución moralizante sino el resultado de una sensata madurez, la que proporciona un sincero y sereno afecto que es expresado musicalmente, en la banda sonora, por la canción La vie belle de Sacha Distel —ofrecida en una doble versión inglesa—, una referencia a la vida diaria, repetitiva y corriente de los protagonistas.
Este film intimista sobre una pasajera crisis matrimonial se le ocurrió al cineasta parisino Marc Fitoussi con ocasión de unas vacaciones que pasó en ambientes agrícolas y ganaderos —que desconocía por completo—, observando su adaptación a los tiempos modernos, su apertura al mundo exterior y la eficaz gestión económica de algunas explotaciones, imaginando la existencia en ese contexto provinciano de un matrimonio con idénticos problemas y preocupaciones que muchos de sus convecinos.
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