(3) BONE TOMAHAWK, de S. Craig Zahler.

CANÍBALES DEL DESIERTO
La actual eclosión de películas contextualizadas en el viejo y salvaje Oeste americano como Deuda de honor (2014), Slow West (2015), Los odiosos ocho (2015) y El renacido (The Revenant) (2015) supone una grata sorpresa para los cinéfilos ya que atestigua un perceptible resurgimiento de un género cinematográfico maldito, declarado difunto en los 80 tras la fase paródica del spaghetti western y cuya transcripción “crepuscular” en los 90 no llegó a devolverlo al glorioso lugar que ocupó desde el mismo nacimiento del cine. Sí es cierto que Kevin Costner y Clint Eastwood lo revitalizaron con Bailando con lobos (1990) y Sin perdón (1992), ofreciendo una contundente visión crítica de la colonización de norteamérica —denunciando los débiles pilares morales de su conquista y la violencia carente de toda épica desatada en aquel lugar inhóspito e incivilizado— alejándose de los tópicos y convencionalismos existentes con anterioridad.
El film de S. Craig Zahler debería incluirse en el citado listado como uno más de los westerns de última generación, pero Bone Tomahawk no es un ejemplo puro sino que resulta una exótica mutación que combina diversos ingredientes procedentes de otras categorías fílmicas. Así, es capaz de conjuntar un armazón argumental propio del cine del Oeste añadiendo pinceladas cómicas básicamente verbalizadas y altas dosis de terror visualmente explícito con escenas directamente gore.
Este excéntrico debut en la realización del guionista y director S. Craig Zahler, solista de la banda de heavy metal Realmbuilder, introduce un elemento perturbador en la trama: el canibalismo —similar a Ravenous (1999), de Antonia Bird, pero con distinto tono y tratamiento del horror—. Y lo hace sustituyendo la típica tribu de indios beligerante contra la raza blanca por un misterioso clan de homínidos caníbales, los cuales atacan un poblado cercano a su asentamiento secuestrando a varios ciudadanos. El sheriff y su veterano ayudante, un adinerado hacendado y un vaquero lesionado forman un ecléctico equipo de rescate que no es consciente de que van directos a un auténtico infierno.
Su limitado presupuesto, unido a su condición de opera prima, podría confundir a priori sobre la verdadera entidad del relato, pero Bone Tomahawk desprende carisma y personalidad autoral, configurando un modélico ejercicio de estilo en el que destaca el ingenioso guión que apuntala la historia, una ambientación lograda pese a su sobria puesta en escena y la participación de un reparto tan sólido como eficaz a la hora de construir y dar tridimensionalidad a los personajes, destacando con luz propia Kurt Rassell y Richard Jenkins.
Llama la atención, por tanto, este curioso y notable largometraje con cuerpo de western y alma bipolar de comedia macabra y terror visceral que no carece sin embargo de cierta viveza poética narrando un viaje iniciático, geográfico y psicológico, al atavismo más ancestral del ser humano, trasladando los personajes a un mundo de tinieblas donde abundan las pulsiones más siniestras.
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