(2) EL NOMBRE DEL BAMBINO, de Francesca Archibugi.

SECRETOS Y MENTIRAS
La guionista y directora Francesca Archibugi (Roma, 1960) cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia, fue ayudante de varios cineastas —de Ermanno Olmi, entre otros— y realizó cortometrajes y documentales premiados en diversas convocatorias y festivales. Pero de sus once largometrajes de ficción, incluyendo el ahora estrenado, sólo tres habían llegado a nuestras pantallas: los interesantes Al atardecer (1990), La gran calabaza (1993) y Con los ojos cerrados (1994).
El nombre del bambino es una adaptación al contexto italiano de la obra teatral francesa Le prénom, de Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte, por lo que el escenario casi único —el interior de una vivienda romana— y la funcionalidad descriptiva y expresiva de los diálogos tienen tanta importancia como la calidad de los actores y actrices que encarnan a los personajes.
La estructura narrativa del film no es novedosa: una cena sirve de pretexto para reunir en un espacio cerrado a dos parejas, familiares y amigos cuyas relaciones irán evolucionando, desde la calma y corrección iniciales al paulatino y encadenado afloramiento de conflictos entre ellos. El primer incidente surge a la hora de elegir el nombre del esperado bebé de una embarazada: al padre le gusta el de Benito pero evoca al dictador Mussolini, detalle que no importa al conservador hombre de negocios pero disgusta a unos profesores de izquierdas que muestran su desagrado.
Así pues, el choque de ideas políticas, pasadas ofensas, infidelidades, envidias, menosprecios, secretos y amores inesperados constituyen el motivo de las discusiones y enfados, que desembocan en un parto con sorpresa y una reconciliación final.
Hay abundancia de citas literarias y cinematográficas además del habitual intercambio de conceptos y sentimientos. La película es brillante y entretenida aunque se aprecie cierto atropellamiento en las conversaciones y en el montaje de los planos, seguramente con la intención de lograr un ritmo dinámico que nos haga olvidar —sin lograrlo del todo— el origen teatral del relato.
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