(2) BATMAN V. SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA, de Zack Snyder.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE DC COMICS
Al igual que su competidora Marvel, el universo DC se encuentra en plena expansión cinematográfica a través de DC Entertainment, empresa encargada de trasladar a la gran pantalla sus personajes más carismáticos. Tras proliferar las aventuras de Batman y de Superman en solitario, Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia se presenta como el pilar básico sobre el que va a edificarse todo el firmamento superheroico fílmico de esta conocida editorial estadounidense, un determinante punto de inflexión que sirve tanto de fin de ciclo como de presentación y relanzamiento de personajes —curiosamente no aparece en él uno que ya ha tenido su propia película: Linterna Verde (2011)— y sobre todo de deslumbrante preámbulo de lo que ha de llegar… la esperadísima adaptación al cine de la mítica La Liga de la Justicia. Es por eso que, descaradamente, se insertan en el film pequeños spots de próximas apariciones estelares en el nuevo Universo Cinematográfico DC: Flash, Cyborg, Aquaman… Puro marketing.
Pero Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia no es únicamente el encontronazo de los “machos alfa” de la franquicia, un pulso entre dos formas de entender la naturaleza del héroe clásico —el superhombre nacido con poderes cuasi-divinos frente al mortal que se convierte, no sin esfuerzo e inteligencia, en un poderoso paladín de las fuerzas del Bien—, sino también la pasarela de lucimiento de Wonder Woman, tercer icono más importante en el citado universo gráfico. Juntos conforman la Santísima Trinidad de DC Comics, cuya interacción en cine es la auténtica finalidad de esta superproducción.
No me cabe duda del firme conocimiento de Zack Snyder sobre el patrimonio histórico-artístico de estos personajes, incluso aplaudo que el realizador sea un declarado admirador de sus aventuras en papel, sin embargo viéndoles en esta magna odisea apenas aprecio su grandeza, casi no me percato de su dignidad. Y la razón primordial de su levedad es que intenta abarcar mucho pero aprieta bien poco. Pretende contar tantas cosas, ser tan enciclopédico en su disertación, que apenas trata debidamente tanto a los personajes como a los conflictos surgido entre ellos. Quizás cometa el error de cotejar los personajes con sus homólogos del tebeo, avalados por décadas de existencia e ingentes cantidades de material publicado, pero los protagonistas de Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia carecen de poso no ya dramático —es la enésima vez que se narra la tragedia que convirtió Bruce Wayne en el Caballero Oscuro; constantemente se alude el origen alienígena de Kal-El, único superviviente (¿?) del malogrado Krypton— pero sí psicológico. Basta un par de pinceladas sobre su vida privada para centrarse en la acción pura y dura, configurándose una plasmación apresurada y superficial de un ecléctico cóctel de célebres episodios gráficos, sobre todo The Dark Knight Returns, de Frank Miller, y la dilatada etapa de Dan Jurgens en Superman, con el famoso episodio de su muerte a manos de Juicio Final/Doomsday como colofón.
El Batman que propone el Snyder, inspirado por la novela gráfica de 1986, es un sujeto avejentado, indómito y brutal, más sanguinario y cruel que nunca, lejos del buen samaritano que siempre cumple la ley. Se echa en falta la versión tridimensional de Christopher Nolan. Por contra, el Superman de Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia es el más frío y antipático de toda su filmografía, aquejado de incapacidad para mostrar el menor resquicio de humanidad y sin desarrollo alguno. Lo poco que sale de Wonder Woman, por el contrario, resulta bastante prometedor, ocultando intencionalmente el alcance de sus poderes y la misteriosa procedencia de la princesa Diana de Themyscira, guerrera amazona que sabemos se mueve en el mundo de los hombres desde hace muchas décadas. De los personajes secundarios, como Lois Lane, mejor no hablar porque su presencia está metida con calzador en un guión que no sabe manejar a tantos pese a que intenta darles a cada uno cierta trascendencia argumental.
Los villanos son, sin duda, los individuos peor retratados en esta película según mi humilde opinión. Especialmente un Lex Luthor —interpretado por un desatado Jesse Eisenberg— demasiado joven como para provocar el respeto y la autoridad que infundía la versión de John Byrne a finales de los años 80. Además su deriva grotesca, reflejando arrebatos de locura, hace que se asemeje más a El Joker que al pérfido magnate que siempre conspira contra Superman. El monstruo creado por este megalómano, una variante de Juicio Final/Doomsday, forma parte de la trama menos interesante del film a pesar de contener uno de los mayores clímax narrativos.
Existen numerosas alusiones a otras sagas comiqueras dirigidas a los entendidos: Crisis en tierras infinitas, con esa escena en la que al hombre murciélago se le aparece Flash para advertirle de una inminente crisis global, mientras descansa en la bat-cueva. Batman: una muerte en la familia, cuando Bruce Wayne observa melancólico el traje deteriorado de Robin, en el que aparece un mensaje de El Joker… Constantes guiños o easter eggs que satisfarán al conocedor del DC Universe, intentando al mismo tiempo dar coherencia y orden a una realidad cinematográfica recién creada. El resto de mortales les dejará bastante indiferentes, la verdad.
En resumen, Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia me ha entretenido como aficionado al género superheroico y fiel lector de cómics USA protagonizados por estos atractivos personajes, especialmente las escenas de combate entre héroes y entre héroes y villanos donde se ha desatado el derroche de efectos especiales, pero soy plenamente consciente de que a nivel creativo se ha dejado de lado la calidad de la historia a cambio de su espectacularidad. En definitiva, mucha comida para tan poco plato.
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