(1) NUNCA ES TARDE, de Dan Fogelman.

EL OCASO DE UNA ESTRELLA
No deja de sorprenderme la facilidad y frecuencia con que grandes estrellas de Hollywood aceptan intervenir en películas de baja calidad. Debe ser porque el dinero adormece el orgullo y anestesia la dignidad porque, en otro caso, no logro comprender que un actor tan bueno y veterano como Al Pacino haya aceptado protagonizar este primer largometraje de Dan Fogelman, aunque sea acompañado por los magníficos Annette Bening y Christopher Plummer.
La película, vagamente inspirada en el caso real del compositor pop Steve Tilson, nos muestra el declive de una vieja estrella de la canción llamado Danny Collins, aún rico y famoso, que vive irresponsablemente entre el alcohol, las drogas y el sexo fácil. Pero todo cambia cuando su representante le regala una carta robada que John Lennon —la banda sonora está elaborada con versiones actuales de canciones del beatle asesinado en 1980— le escribió 40 años antes tras leer una entrevista otorgada a una revista por el incipiente músico. El resto es totalmente previsible: el intento de cambiar de vida abandonando sus muchas adicciones, componiendo buenas melodías y reconociendo al hijo fruto de una de sus aventuras amorosas.
El relato podría haber alcanzado cierto nivel de interés si se hubieran enfocado con rigor cuestiones como las segundas oportunidades, la regeneración personal y el cambio de vida, optando por la austeridad de costumbres y la empatía con los demás. Pero aquí no se resuelven convincentemente los dilemas vitales y profesionales planteados ya que sólo prevalece lo convencional, el exceso de almíbar y el empacho de buenos sentimientos: la paternidad responsable y el descubrimiento del amor verdadero. En resumen: una pérdida de tiempo.
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