(1) LA SERIE DIVERGENTE: LEAL, de Robert Schwentke.

MÁS REBELDÍA DISTÓPICA
Surgidas al amparo del éxito literario de conocidas sagas harrypotterianas y crepusculares, las adaptaciones fílmicas de distopías adolescentes han experimentado en los últimos lustros un extraordinario auge que a no pocos empieza a resultar cansino ya que lejos de estimular la fantasía de este colectivo, reflejar sus inquietudes y ser vehículo de expresión de sus legítimas aspiraciones de libertad frente a cualquier autoridad, asistimos a una predecible y tediosa moda consistente en la reiteración y estiramiento de rústicas historias cortadas por el mismo patrón cuya artificiosa épica heroica no conlleva aprendizaje alguno sino que configuran una simple, breve y efímera evasión.
El caso que nos ocupa posee el agravante de ser un calco de otra saga fílmica perteneciente a este subgénero: Los juegos del hambre, con la que comparte no solo similares elementos narrativos como personajes y escenarios sino exactamente el mismo argumento, sin disimulo: una heroína carismática que vive reprimida por un régimen totalitario se rebela contra el poder con el deseo de liberar a su pueblo. Tris Prior y Katniss Everdeen son protagonistas intercambiables porque están creadas con un molde prefabricado carente del mínimo rasgo distintivo de humanidad.
En La serie Divergente: Leal la trama post-apocalíptica con pinceladas de crítica política ha mutado en un inconsistente relato de ciencia-ficción con experimentos genéticos, naves voladoras, fugas espectaculares, sueros amnésicos, peligrosas incursiones y un malvado mago de Oz. Todo ello mezclado sin orden ni concierto en una narración fruto de un pastiche de otras historias de parecida temática.
Si bien técnicamente mantiene una aceptable factura, este film lastra una dirección monótona y arrítimica, una puesta en escena funcional que no impresiona y unos actores que se limitan a pasar ficha y cobrar el sueldo, destacando la nula química entre los protagonistas Tris y Cuatro.
Solo queda preguntarse si estas franquicias juveniles van a seguir dominando la actualidad cinematográfica o, como ya se atisba en el horizonte, comienzan a mostrar signos de cierto cansancio que no declive. Porque estas burdas historias contienen para sus imberbes destinatarios un mensaje adictivo colmado de fugaces satisfacciones, triunfos sin apenas sacrificios y evasión pasajera de sus anodinas vidas. No falla.
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