(3) EL ABRAZO DE LA SERPIENTE, de Ciro Guerra.

PUEBLOS AMAZÓNICOS EN EXTINCIÓN
Del realizador colombiano Ciro Guerra se anunció su segundo largometraje Los viajes del viento (2009) en el Canal 33 de la TV catalana en diciembre de 2010, aunque no habíamos visto el que marcó su debut como realizador, La sombra del caminante. Ahora se estrena El abrazo de la serpiente, una co-producción entre Argentina, Colombia y Venezuela que aúna las características del documental de Naturaleza, el reportaje antropológico y la fábula esotérica. Dividido en dos bloques temporales, que a veces se intercalan mediante flashbacks, el film se inspira en las expediciones a la Amazonia, plasmadas en sendos diarios de viaje, de dos científicos pioneros: el etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg (1909) y el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes (1949).
El rodaje, en condiciones muy complicadas y en formato en B/N, duró cinco años y tuvo lugar en la selva situada entre Brasil y Colombia. El relato se ocupa de los encuentros entre los dos blancos expedicionarios con dos chamanes indígenas, los últimos supervivientes de sus respectivas tribus. Su tono narrativo es una mezcla de naturalismo y magia, a modo de onírica aventura creada por el consumo ritual de sustancias vegetales capaces de despertar sueños y recuerdos, alusión metafórica al pasado de unos pueblos que fueron libres y regidos por sus propias culturas. Resulta evidente que Ciro Guerra ha querido denunciar el genocidio y la esclavitud llevados a cabo por los primitivos habitantes de la cuenca amazónica, poco conocidos y ocultos hasta hace poco tiempo, por unos colonos dedicados al comercio del caucho y de otras materias primas, sin olvidar la nefasta labor de algunos fanáticos misioneros y de tiránicos bandoleros.
En El abrazo de la serpiente hay también una llamada ecologista a favor de la conservación del medio ambiente contra todo intento de alteración, violencia o ambición que lo aniquile, especialmente grave en lo relativo al respeto debido a unas ancestrales culturas forjadas con mitos y leyendas que las nuevas tecnologías están haciendo desaparecer como una imposición de las sociedades más “civilizadas”.
Película singular dominada por un clima onírico-fantástico que muestra grandiosos paisajes y una gran variedad de flora y fauna. Los principales personajes son encarnados por un actor belga, otro estadounidense y tres nativos no profesionales que nos transmiten sus respectivos valores, creencias y costumbres cuya validez hay que situar en el tiempo y en el lugar en que han surgido. Hay, sobre todo, un mensaje humanista que destaca: frente a la aniquilación de lo antiguo se demanda un respeto a lo diferente sin que la superioridad tecnológica e industrial implique necesariamente la desaparición de las tradiciones. Contra el dominio de las personas y la explotación de lo primitivo es posible un uso enriquecedor tanto de la ciencia como del arte.
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