(2) STEVE JOBS, de Danny Boyle.

LUCES Y SOMBRAS DEL MAGNATE DE LA INFORMÁTICA
El afamado guionista Aaron Sorkin emprendió con La red social (2010) el titánico reto de retratar a una importante personalidad del mundo empresarial estadounidense alejándose del tono hagiográfico habitual para revelar su lado más íntimo y personal, reflejando qué hay realmente detrás de su imagen de éxito. Dotándole de una tridimensionalidad que no eludiera defectos ni ocultara virtudes, el inventor de Facebook Mark Zuckerberg fue descrito como un avispado friki con problemas de incomunicación que —“inspirándose” de las ideas de los demás y añadiendo su incuestionable inventiva— creaba la celebérrima web social que lo convirtió en el multimillonario que es actualmente.
Ahora es otro genio visionario de la era digital, Steve Jobs, el objeto de estudio de Sorkin. Esta biografía cinematográfica no autorizada dirigida por Danny Boyle y protagonizada por Michael Fassbender aplica exactamente la misma fórmula que el citado film: una honda aproximación a la persona y no al personaje, ensalzando su faceta de talentoso inventor enfatizando al mismo tiempo su controvertido carácter y sus escasas habilidades sociales. Un enfoque diametralmente opuesto a la de su homóloga Jobs (2013), el típico relato de éxito profesional tan del gusto del público estadounidense, con Ashton Kutcher ejerciendo de joven emprendedor que con tesón y fe en uno mismo acaba saboreando las mieles del triunfo.
Steve Jobs es un drama shakespeariano estructurado en tres actos que narra los acontecimientos fundamentales en la vida del protagonista. Que no son sino los megalómanos lanzamientos comerciales de los productos emblemáticos de Apple: el Macintosh en 1984, el NeXT Computer en 1988 y el iMac en 1998, coincidiendo con el auge, la caída y la resurrección de la empresa. El turbulento universo interior, lleno de miserias y contradicciones, está descrito como un apasionado relato de ambiciones desmedidas, egos desproporcionados y luchas fraticidas propias del mencionado dramaturgo, poeta y actor inglés. Conceptos como el liderazgo, la lealtad, el valor del esfuerzo, la codicia y el remordimiento adquieren una importancia vital en el discurso.
Si bien el tándem Sorkin-Boyle logra exprimir el jugo al valioso material de que dispone, encuentro fatigoso tanto el endiablado ritmo de los diálogos como la histérica dirección de actores. La repetitiva situación en la que se encuentran los personajes tampoco ayuda, pues siempre están al borde de un ataque de nervios en los momentos previos de las susodichas presentaciones al público de los cachivaches tecnológicos de la marca de la manzana. ¿Qué hacía Steve Jobs en sus ratos libres, qué aficiones tenía? ¿Cómo era un día normal en su vida? ¿Cuál era su círculo de amistades, si es que tenía? ¿En qué gastaba su inmensa fortuna? A los responsables de la película no parece interesarles estas cuestiones.
A destacar, eso sí, la sólida participación de un gran elenco de actores, desde el nombrado Fassbender responsabilizándose del papel protagónico, pasando por Kate Winslet, Seth Rogen y Jeff Daniels, que aportan momentos de gran intensidad dramática en auténticos duelos interpretativos.
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