(2) LA CHICA DANESA, de Tom Hooper.

LA PRIMERA TRANSEXUAL
Tras salir bastante complacido de The Damned United (2009), El discurso del rey (2010) y Los miserables (2012), confieso que Tom Hooper me ha decepcionado en esta adaptación de la novela de David Ebershoff sobre la vida del pintor danés Einar Wegener (1882 – 1931), felizmente casado con la también artista Gerda Wegener hasta que él descubrió que tenía un cuerpo de hombre con una psique de mujer, constituyendo el primer caso de transexualidad documentado médicamente tras someterse a un complejo y doloroso proceso de readaptación sexual.
La chica danesa es una producción británica hecha con corrección académica pero también con falta de brío y de autenticidad pues minusvalora lo que la peripecia personal de Einar tiene de inseguridad y de sufrimiento y, sobre todo, de novedoso caso clínico: el drama íntimo de quien acabó convirtiéndose en Lili Elbe, ya residente en París, tras ser operado en Alemania.
Eddie Redmayne, galardonado con el Oscar por La teoría del todo (2014), encarna meritoriamente a la protagonista en medio de bellos decorados y escenarios art nouveau de la capital francesa, pero La chica danesa descuida un poco el análisis de su complicada relación con su esposa, con la sociedad y, especialmente, consigo misma. La película huele demasiado a melodrama sentimental y a novelita rosa, con no pocas concesiones a la estética homoerótica y a las poses afectadas.
Lili Elbe fue una pionera en cuanto a acoplamiento de su cuerpo, transformándolo a su verdadera identidad sexual en una época —finales de los años 20— en que los médicos calificaban a estas personas de homosexuales, esquizofrénicos o pervertidos, antes de que la ciencia moderna descubriera que se trataba de una cuestión de alteración genética. El difícil tratamiento quirúrgico —en estos casos, la mutilación de los genitales masculinos, la reconstrucción vaginal y la implantación de pechos mediante hormonas o rellenos— acabó con la vida de la protagonista. Lamentablemente, en La chica danesa casi todo resulta demasiado “peliculero” y efectista, muy superficial, convencional y ambiguo.
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