(3) EN EL CORAZÓN DEL MAR, de Ron Howard.

EL HOMBRE Y LA BESTIA
La fascinación que todavía hoy despierta Moby Dick —¿quién no ha oído hablar de esta famosísima ballena blanca?—, desde que Herman Melville la concibiera en 1851 como encarnación de los miedos ancestrales del ser humano hacia la naturaleza indómita y su lucha incesante por dominarla es indiscutible y explica, en parte, la popularidad de la magna novela del célebre escritor estadounidense. Sus mayores virtudes son, por una parte, su ingente valor enciclopédico, al describir exhaustivamente la vida marinera en general y la caza de ballenas en el siglo XIX en particular, y por otra parte, el profundo estudio de la condición humana y el detallado análisis de temas diversos, pertenecientes a los ámbitos científico, socio-político, filosófico y religioso. No debe extrañar, por tanto, que se considere Moby Dick como la obra cumbre de la literatura norteamericana y un clásico universal.
Esta divagación viene a cuento por el estimable regreso de Ron Howard, uno de los realizadores más consagrados de Hollywood, a la actualidad cinematográfica. En el corazón del mar es una respetable película de aventuras basada en el relato homónimo de Nathaniel Philbrick, un autor especializado en temática naval que se inspira a su vez en el mito del leviatán melvilliano para “recrear” la tragedia real sobre la que se sustenta la ficción. El Essex, un barco ballenero de Nantucket —Massachusetts (EE.UU.)—, fue atacado y hundido por un gigantesco cachalote en el océano Pacífico en 1820. Tras meses a la deriva, los escasos supervivientes fueron rescatados en un estado lamentable, trastornados por la desesperación, rodeados de restos humanos que delataban la práctica del canibalismo. La puritana sociedad del momento no encajó demasiado bien aquellos hechos, pero Melville advirtió que tras esa espantosa odisea se encontraba una gran historia.
Sustentado en un montaje paralelo que recrea simultáneamente las labores periodísticas de un Herman Melville documentándose para su novela y las vicisitudes de la tripulación del Essex en plena campaña ballenera, En el corazón del mar se configura como un desesperado relato de supervivencia más próximo a Náufrago (2000) que al Moby Dick (1956) de John Huston, con una esmerada puesta en escena y una densa descripción narrativa similar a la de Master and Comander (2003) sin renunciar al sentido del espectáculo del mainstream y a los anacrónicos mensajes ecologistas de rigor.
El film ofrece un poderoso despliegue visual reforzado por la magia digital, traduciéndose en una fotografía que reproduce una hermosa estética pictórica. Huyendo de la épica, Howard reproduce la dura realidad del marinero decimonónico: la suciedad, la carestía, la incomodidad… que contrasta con esos embriagadores paisajes de mar abierto y la tensión dramática de las escenas del monstruo, cuyo lomo asomado a la superficie del agua despierta tanto miedo como la aleta dorsal del famoso Tiburón (1975), de Steven Spielberg.
Un afianzado reparto de actores, liderado por un Chris Hemsworth que se sale del típico papel superheroico para asumir un complicado papel que exige físico pero también técnica y emoción, enriquece de matices y niveles de lectura una película que merece la pena disfrutar.
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