(2) LA NOVIA, de Paula Ortiz.

¡BODAS DE SANGRE!
Federico García Lorca estrenó Bodas de sangre en 1933, una visión negra y ancestral de la España profunda que combinaba poéticamente el folklore gitano-andaluz con las raíces mediterráneas de la tragedia clásica griega. Y ahora Paula Ortiz (Zaragoza, 1979) ha pretendido adaptar libremente la obra lorquiana dándole una dimensión intemporal —objetos y vestidos de diversas épocas— y una localización geográfica menos localista y más universal —el rodaje tuvo lugar en las tierras semidesérticas de los Monegros aragoneses—.
De Paula Ortiz conocía su primer largometraje titulado De tu ventana a la mía (2011), que me pareció bastante endeble. La realizadora ya contaba con dos antecedentes fílmicos de Bodas de sangre: la versión de Souheil Ben Barka (1979), una coproducción franco-argelina protagonizada por Irene Papas, y el musical de Carlos Saura (1980), que era una sugestiva traslación a la pantalla del estupendo ballet creado por la compañía de Antonio Gades y Cristina Hoyos.
De nuevo a Paula Ortiz, en este drama de amor y muerte, le falla la dramaturgia, la solidez de los personajes y la fluidez en la concatenación de los acontecimientos. En este cuadro costumbrista elaborado en torno a una boda, con enemistades y cuentas pendientes entre los familiares y amigos asistentes, con una novia que huye con su antiguo amante el día de sus nupcias, se aprecia una indefinición de estilo que bascula entre las aportaciones poéticas originales de Lorca —el aspecto literario del conflicto—, un naturalismo algo estilizado de ambientes y personajes, y las imágenes-situaciones simbólicas que deben no poco a la estética vanguardista de un Serrano de Osma.
Apropiada la música del japonés Shigeru Umebayashi, aunque la audición de la banda sonora que sufrí fue bastante imperfecta, ignoro si por defecto de la copia exhibida o por las condiciones técnicas de la sala.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.