(2) EL DESAFÍO (THE WALK), de Robert Zemeckis.

UN TEMERARIO PASEO POR EL SKYLINE DE NUEVA YORK
Al amanecer del 6 de agosto de 1974, miles de neoyorkinos que acudían temprano a su trabajo alzaron la vista y vieron estupefactos a un hombre caminando por un cable de acero entre las famosas Torres Gemelas del World Trade Center, los edificios más altos del mundo por entonces recién construidos. Resulta lógico que tal hazaña… o imprudencia, según se mire, diera la vuelta al mundo y su protagonista, un funambulista francés de 24 años llamado Philippe Petit, alcanzara la cima de su notoriedad ligando para siempre su vida a estos emblemáticos y tristemente destruidos rascacielos.
Este suceso atrajo la atención del cineasta británico James Marsh, quien lo reconstruyó dramáticamente en Man On Wire (2008), recibiendo el Oscar al mejor documental. Pero esta increíble historia de superación personal, tan al gusto de Hollywood, era una golosina irresistible para un guionista, productor y director de cine de la talla de Robert Zemeckis —Tras el corazón verde (1984), Regreso al futuro (1985), ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), Regreso al futuro II (1989), Regreso al futuro III (1990), La muerte os sienta tan bien (1992), Forrest Gump (1994), Contact (1997)—, quien en cierta manera comparte con Petit la afición por el “más difícil todavía” en su ámbito profesional. De hecho, su pasión por los avances tecnológicos en realidad virtual lo convirtió en un vanguardista del género de animación, adoptando precozmente la técnica del motion capture sin obtener apoyo de la crítica y del público. Así, tras Náufrago (2000) apostó por ambiciosos proyectos digitales que resultaron grandes pifias en taquilla como Polar Express (2004), Beowulf (2007) y Cuento de Navidad (2009). El vuelo (2012) fue su esperado regreso al cine con actores de “carne y hueso”, con Denzel Washington como protagonista, recuperando su marca personal como insigne realizador: una efectiva combinación de apabullantes efectos especiales y una odisea personal narrada con destreza y talento.
Si bien El desafío (The Walk) nos devuelve al Zemeckis previo a su aventura digital, no alcanza el nivel de sus mejores films. Sigue siendo un gran narrador, encadenando ágiles secuencias que explican el origen/la formación circense del protagonista y la preparación del “golpe artístico” con elegantes transiciones hacia el acto final, una arriesgada función acrobática a más de 400 metros de altura en la que durante 45 minutos cruzó hasta ocho veces los casi 50 metros que separaban ambos edificios. Todo ello sin red de seguridad.
Sin embargo, el discurso desplegado continúa siendo demasiado convencional, apelando constantemente a las emociones y aplicando un tono hagiográfico que resta tridimensionalidad a los personajes. Aun así, El desafío (The Walk) no es simplemente un canto a la épica de un hombre que conquista su sueño, sino también un sentido homenaje al majestuoso World Trade Center y sus icónica silueta. Con su poderosa y omnipresente presencia en la película nos revela el enorme vacío dejado por el derrumbe de las dos torres. Un acto bárbaro que cambió para siempre el típico skyline de Nueva York.
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