(1) UN PASEO POR EL BOSQUE, de Ken Kwapis.

EL ARTE DE ENVEJECER DIGNAMENTE
Tradicionalmente, el cine ha mostrado la vejez como algo intrínsecamente negativo, asociado a estados perpetuos de melancolía y vacío existencial. Los ancianos suelen aparecer en la gran pantalla como personas solitarias, malhumoradas y resentidas que viven del recuerdo del pasado mientras languidecen postrados en un sillón esperando la muerte. No obstante, desde hace unos años empieza a advertirse la existencia de films protagonizados por personas mayores que se alejan de esa imagen perniciosa, sin duda reflejo de la mejoría de las condiciones de vida del mencionado colectivo y del alargamiento de la esperanza de vida en las sociedades desarrolladas.
El mensaje que trasciende de estas películas es evidente: sal del abatimiento y disfruta lo que te queda de vida sin reprimir tus necesidades, luchando por cumplir tus sueños, sin renunciar a tus metas. Así, por citar algunos ejemplos, Elsa y Fred (2005) demostró que el romance en la tercera edad es posible y que las segundas oportunidades existen, Ahora o nunca (2007) despertó el sentido de la aventura a dos jubilados que quisieron salir de la indolencia y recuperar el tiempo perdido, La vida empieza hoy (2010) recordó a un grupo de octogenarios que el sexo es una necesidad fisiológica que no tiene edad y El exótico Hotel Marigold (2011) reivindicó que viajar y conocer otros países no está vedado a los mayores de 65 años.
El último título de este floreciente (sub)género crepuscular es Un paseo por el bosque, adaptación del éxito literario de Bill Bryson A Walk in the Woods: Rediscovering America on the Appalachian Trail (1998), inspirado en hechos reales. El film recrea en tono humorístico el periplo de dos amigos sexagenarios que se reencuentran para recorrer juntos los montes Apalaches —una famosa ruta señalizada de senderismo de largo recorrido en el Este de los Estados Unidos que tiene una longitud de 3.500 km— y demostrarse a sí mismos que todavía tienen cuerda para rato. La travesía es, realmente, un viaje iniciático hacia la madurez y la aceptación de sus circunstancias personales y familiares, que les recuerda quiénes son y qué quieren de la vida.
El director estadounidense Ken Kwapis cuenta, a la hora de poner rostro a los protagonistas de esta entrañable buddy movie, con dos veteranas estrellas del firmamento hollywoodiense: Robert Redford y Nick Nolte —las malas lenguas cuentan que en el proyecto original pensaban recurrir a Paul Newman para rememorar su afinidad en Dos hombres y un destino (1969) y El golpe (1973), pero el fallecimiento de este interrumpió y postergó su realización—, quienes encarnan a un escritor de libros de viajes aburrido de su acomodada y planificada existencia y su díscolo y asilvestrado amigo de juventud. Ambos actores hacen lo que pueden, sin que en ningún momento destaquen con luz propia pese a su reconocido prestigio.
Narrativamente lineal y arrítmica en ocasiones, Un paseo por el bosque concatena una serie de anécdotas de su ambiciosa expedición con intencionalidad aleccionadora, pero pronto se aprecia una superficialidad desoladora que afecta inevitablemente al conjunto. El guión, al servicio exclusivo de los citados intérpretes, abusa de la jocosidad y el buen rollo, cayendo en una dialéctica amable sobre la camaradería a pesar de sus diferencias en caracteres y experiencias vitales, mientras el espectador asiste a sus tiernas y candorosas aventuras en medio de la naturaleza, algunas de ellas despertando la vergüenza ajena.
Al menos acabas compartiendo su humanidad, cogiéndoles cariño por su ingenuidad y su bondad. Lo de menos es que lleguen o no el final del sendero de los Apalaches. Lo importante es que aprendan una gran lección vital: saber envejecer con dignidad.
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