(1) PALMERAS EN LA NIEVE, de Fernando González Molina.

CULEBRÓN TROPICAL
Mis conocimientos de la antigua Guinea Ecuatorial Española eran escasos más allá de la tenencia de algún sello de correos, el lejano testimonio de un amigo de mi padre dedicado a la explotación forestal y ocasionales episodios del No-Do que siempre mostraban aquella colonia africana bajo una óptica paternalista y evangelizadora. Por los libros, ahora también Internet, sabemos que, para dificultar sus intentos emancipadores, Franco convirtió en 1956 aquel territorio en dos provincias hispanas a las que concedió cierta autonomía en 1963, aunque no tuvo más remedio que otorgarles la independencia en 1968 bajo el mando del dictador Francisco Macías, que expulsó a todos los colonos españoles al año siguiente y que fue ejecutado en 1979 por su sobrino y sucesor Teodoro Obiang.
Palmeras en la nieve no ha contribuido a eliminar mis lagunas informativas porque se trata de una saga familiar de aragoneses afincados en la isla de Fernando Poo, llamada ahora Bioko, y es adaptación de un best-seller de Luz Gabás, una producción de Atresmedia Cine con una duración de 163 minutos que, seguramente, veremos ampliada y convertida en la típica y tópica serie de su canal televisivo Antena 3. El rodaje, por motivos obvios, tuvo lugar en los Pirineos, Gran Canaria y Colombia —recurriendo a los efectos digitales en postproducción—, dando por resultado un film de escaso interés y baja calidad debido a la falta de un adecuado contexto histórico, a su superficialidad y a sus pretensiones seudo-románticas, cuando resulta evidente que se trata sobre todo de explotar en taquilla el morbo de las relaciones sexuales entre blancos/as y negras/os.
Pero nada de todo esto me parece sorprendente conociendo los vulgares antecedentes fílmicos del realizador Fernando González Molina (Pamplona, 1975), de quien ya se habían estrenado los largometrajes Fuga de cerebros (2008), Tres metros sobre el cielo (2010) y Tengo ganas de ti (2012). La película constituye pues una mera operación comercial, previsible y de escaso rigor, que se desarrolla en dos épocas distintas, los años 50 y la actualidad, cuando el personaje de Adriana Ugarte regresa al país centroafricano para conocer al detalle las pasadas andanzas —empresariales y amorosas— de su padre y de su tío.
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