(1) LOS JUEGOS DEL HAMBRE: SINSAJO. PARTE 2, de Francis Lawrence.

ÉPICA REVOLUCIONARIA PARA ADOLESCENTES
Ahora sí, por fin, acaba la adaptación fílmica de la trilogía literaria de Suzanne Collins. Tras el forzado paréntesis resultado de partir el desenlace de la saga en dos partes para prolongar la explotación comercial del producto, la rebelión encabezada por Katniss Everdeen en ese futuro distópico totalitario con bárbaros juegos televisados finaliza y se impone la paz en la galaxia… ah, no. Perdonad, ¡en qué estaría pensando!
Lo que cuenta este último acto del último acto de Los juegos del hambre se resume en una frase: la joven rebelde viaja del Distrito 13 al Capitolio para matar al dictador Snow y acabar así con su régimen liberticida. Como sospechaba, Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2 resulta totalmente innecesaria y obedece a la citada lógica mercantilista del negocio cinematográfico imperante en Hollywood. El alargamiento de las tramas y el aplazamiento de los clímax a base de subterfugios anecdóticos destilan artificio pues no hacían falta esos caprichosos cambios de escenario y esos diálogos inacabables sobre las andanzas sentimentales del trío protagonista mientras la guerra destruye Panem.
No he llegado a verle en profundidad el poso reflexivo que dicen que tiene, advirtiendo de las tentaciones dictatoriales actuales y la legítima resistencia contra la tiranía, si bien aprecio en la historia el poderoso papel que ostenta la propaganda en todo conflicto, siendo la protagonista utilizada por los líderes insurgentes para crear una heroína que seduzca a las masas y las aliente a la insurrección. Su desafío a la nueva autoridad, demostrada su sed de venganza y su tendencia al “más de lo mismo”, no deja de ser un epílogo desencantado cuya moraleja revela la naturaleza autodestructiva del ser humano.
Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2 me ha decepcionado también como relato de acción, pues las escenas bélicas y las persecuciones por el alcantarillado de la ciudad se resuelven toscamente, sin las virguerías a las que nos tienen acostumbrados. El periplo por una urbe fantasma repleta de trampas me recuerda más la narrativa de un videojuego que la de una película.
En definitiva, nos encontramos ante un modesto blockbuster juvenil que concluye cumpliendo su discreto objetivo: entretiene y poco más.
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