(3) RAMS (EL VALLE DE LOS CARNEROS), de Grimur Hakonarson.

DE OVEJAS Y HOMBRES
Este segundo largometraje del documentalista y realizador de cortometrajes Grimur Hakonarson, islandés nacido en 1977 y graduado en Praga, desprende un palpable aire nostálgico y es resultado de recuerdos de infancia del propio cineasta, cuando se familiarizó con la vida rural y ganadera de la isla siendo su padre funcionario del ministerio de Agricultura.
La película, premiada en el festival de Cannes 2015 y dedicada a su madre fallecida, retrata unas tradiciones y una actividad laboral que eran habituales hasta finales del siglo XX pero que han ido desapareciendo a ritmo acelerado: de una cabaña de 846.000 ovejas que había en 1974 se ha pasado a un 93% de la población afincada ya en núcleos urbanos.
El rodaje tuvo lugar en Bardardalur, una zona septentrional próxima al Círculo Polar Ártico aunque de un relativo clima templado debido a la influencia de la Corriente del Golfo. Por eso allí las amplias zonas de verdes pastos, sin arbolado, se transforman en nevados páramos durante el invierno. El film rinde homenaje a una raza especial de carneros —y a sus cuidadores— diezmada periódicamente por una grave epidemia vírica.
Rams (El valle de los carneros) es un relato básicamente dramático tamizado por una serie de detalles de humor y de ternura, especialmente en todo lo que afecta a las relaciones de los viejos hermanos Gummi y Kiddi, vecinos pero enfrentados desde tiempo atrás a causa de una herencia. Su problema principal no es, sin embargo, de orden económico —el Estado indemniza las pérdidas de ganado, sacrificado para detener las enfermedades contagiosas— sino que obedece a su intensa relación afectiva con sus animales. Uno y otro son seres solitarios —las mujeres evitan estas tierras tan lejanas y su clima inhóspito— que acabarán reconciliándose ante la común desgracia, conscientes de que su oficio artesanal está condenado a morir ante las poderosas compañías mercantiles y las nuevas tecnologías.
La cámara fotografía con destreza los grandes espacios desolados y semidesiertos, aunque bellos, del norte islandés. Y los actores encarnan estupendamente a sus respectivos personajes. Un relato entrañable.
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