(1) EL ÚLTIMO CAZADOR DE BRUJAS, de Breck Eisner.

ESPADA Y BRUJERÍA
Acostumbrado a encarnar tipos duros y bastante fanfarrones, como el afamado Dominic Toretto en su interminable saga motorizada Fast & Furious, al action man Vin Diesel no le ha supuesto reto alguno participar en este discreto film de fantasía heroica emplazada en el Nueva York actual, interpretando a un atormentado pero intrépido guerrero medieval condenado a la vida eterna por la Reina Bruja que eliminó en sus años mozos. El protagonista se dedica a cazar seres malignos con la destreza que le proporciona sus largos siglos de existencia, pero un día debe enfrentarse a su pasado tras descubrir un oscuro secreto sobre su origen y evitar que la citada soberana resucite y destruya a la Humanidad.
El último cazador de brujas debe verse como lo que es, un liviano pasatiempo de Serie B que ofrece lo que promete: acción a raudales, numerosos efectos especiales y un pastiche mitológico que ejerce de adhesivo argumental. La historia tiene lugar en un mundo contemporáneo donde la magia existe pero se encuentra marginada en la clandestinidad, al margen de la sociedad, gracias a un antiguo pacto entre clérigos y hechiceros. Resulta sorprendente, por otra parte, que éste haya sido respetado tanto tiempo y que nadie haya reparado en la presencia de esta raza sobrenatural.
La trama peca de un simplismo épico y los personajes son meros arquetipos, pero posee dos características que irradian simpatía: una absoluta falta de pretensiones y un sentido del humor desmitificador. La vis cómica de Vin Diesel es incontestable. Finalmente, un reparto dotado de caras conocidas redondea un producto destinado exclusivamente a los amantes del género, pues al resto aburrirá tanto tópico amparado por el universo Tolkien.
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