(3) EVEREST, de Baltasar Kormákur.

TRAGEDIA EN EL TECHO DEL MUNDO
Basada en estremecedores hechos reales que acontecieron a mitad de los años 90 del siglo pasado, cuando ocho personas de diversas expediciones comerciales murieron cerca de la cima del monte Everest como consecuencia de la escasa preparación y las desafortunadas decisiones de los guías en medio de una fuerte tormenta —otras cuatro fallecieron durante las semanas siguientes por las graves lesiones sufridas—, Everest es posiblemente la aproximación más realista y sobrecogedora del peligroso y sufrido mundo de la escalada extrema.
Ciertamente conmueve el realismo y la desesperación reflejados en la recreación de la mayor tragedia ocurrida en el Everest, configurando un magnífico retrato colectivo e individual de los protagonistas, interpretados por un excelente plantel de actores de la talla de Jason Clarke, Jake Gyllenhaal, Josh Brolin, entre otros. Ayuda en este relato de sacrificio, pero también de supervivencia, los abundantes recursos visuales del islandés Baltasar Kormákur, aplicados eficazmente en la narración: grandes panorámicas del Himalaya se combinan con primeros planos de rostros humanos aquejados de la dureza del clima y del enorme esfuerzo realizado; planos aéreos que muestran la majestuosidad del llamado “techo del mundo” y la grandeza del desafío propuesto. Viendo las imágenes resulta inevitable reflexionar sobre nuestra diminuta presencia en medio de la inmensidad de la naturaleza.
El film pone en cuestión la progresiva explotación mercantil de una hazaña restringida, hasta hace unos pocos años, a un pequeño número de experimentados montañistas. Se insinúa la temeridad que supone que cualquier persona, independientemente de su edad, físico y preparación, puede pagar una generosa suma de dinero para que unos profesionales le lleven de la mano a uno de los lugares más inhóspitos del planeta.
Everest intenta mostrarnos, por otra parte, las motivaciones que llevan a los personajes a enfrentarse a uno de los mayores retos del hombre. ¿Por qué se escalan las montañas más altas de la Tierra, con los riesgos que ello implica? Fama, dinero, emociones, ego… pero la mejor respuesta es la que dio el legendario alpinista británico George Mallory, fallecido en 1924 a unos 521 metros de la cumbre del Everest: «¿Por qué quiero subir el Everest? Porque está ahí».
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.