(2) ATRAPA LA BANDERA, de Enrique Gato.

ASIMILANDO LOS CÁNONES DE LA ANIMACIÓN USA
Desde la ya lejana El lince perdido (2008), la animación española ha experimentado un auténtico boom tanto en el número de producciones anuales como en la calidad media alcanzada debido, por una parte, a una visión empresarial más ambiciosa y, por otra, al creciente talento de sus profesionales. Sin embargo, ¿podemos hablar ya de una industria consolidada, que compite a la misma altura que la todopoderosa animación made in USA?
Desde luego que no. Todavía queda mucho por hacer. No obstante, son cada vez más los títulos que alcanzan cierto renombre internacional y una taquilla nada despreciable. Planet 51 (2009) puso las bases de una proyección comercial allende las fronteras nacionales, pensando especialmente en el mercado estadounidense. Las aventuras de Tadeo Jones (2012) y Justin y la espada del valor (2013) continuaron con esa estrategia, y no les fue nada mal.
El precio que pagaron fue, en mi opinión, renunciar a una identidad propia, basada en la existencia de localismos narrativos y estilísticos, asimilando completamente el modelo de animación comercial yanqui. Esto es, reproduciendo un armazón expositivo calcado del de las grandes producciones de DreamWorks, Pixar/Disney y Fox condimentado con elementos característicos, como la antropomorfización de animales, la intervención de una entrañable mascota que aporta comicidad al relato o la inevitable moraleja final que ilustra una importante lección vital. Eso no es malo per se, pero la contrapartida es afianzarse como un mero producto de entretenimiento sin alma ni emoción alguna, alejándose de cualquier pretensión artística que lo trascienda a obra de arte.
El éxito de la citada versión animada de Indiana Jones catapultó a su autor, Enrique Gato, a lo más alto de la industria patria, adquiriendo una autoestima poco frecuente entre los creadores españoles. Era inevitable, incluso deseable, su regreso a la cartelera. El resultado es un nuevo largometraje titulado Atrapa la bandera, una sólida historia de superación personal de la mano de un niño que, junto a sus amigos y su abuelo, viajan a la Luna para realizar una peligrosa misión.
El film alcanza y supera a su predecesor en cuanto a empaque visual, y Gato demuestra tener pleno dominio del ritmo, la puesta en escena y del montaje, configurando un entretenido pasatiempo para toda la familia. A pesar de ello, no logra librarse de lo esquemático y lo previsible, adhiriéndose al acostumbrado discurso hollywoodiense. Su originalidad, empero, estriba en la naturaleza de la carrera espacial: ya no se basa en la competencia entre países y bloques adversarios como antaño, sino en una pugna entre lo público —que defiende valores como la solidaridad, la generosidad, el respeto al medio ambiente, la protección de los intereses de la colectividad, etc.— y lo privado —en su peor faceta, que justifica el egoísmo exacerbado, el individualismo extremo, la destrucción del medio ambiente y el pensamiento cortoplacista sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo—. Puede verse.
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