(1) EL CORREDOR DEL LABERINTO: LAS PRUEBAS, de Wes Ball.

SAGA JUVENIL DISTÓPICA CANSINA
Ya tocaba. Esa detestable moda hollywoodiense consistente en la adaptación fílmica en serie, utilizando un molde prefabricado carente de pretensiones más allá del simple entretenimiento, de exitosas sagas literarias destinadas al público adolescente ha invadido el calendario con sus correspondientes entregas, de la misma manera que un fabricante de tornillos abastece el mercado con estos estandarizados productos.
Se trata, en este caso, de la segunda entrega fílmica de la saga literaria escrita por James Dashner. El corredor del laberinto: Las pruebas se asemeja a uno de esos productos sintéticos, carentes de identidad propia debido a su fabricación en cadena, que se vende como un relato de ficción que reclama la emancipación de los jóvenes frente a un status quo represor de su individualidad. Los adultos son intrínsecamente malos, salvo contadas excepciones.
Y eso que El corredor del laberinto (2014) no salió tan mal parada como otros títulos de similar temática. La lucha por la supervivencia de un grupo de jóvenes recluidos en el centro de un laberinto lleno de peligros tuvo su interés, no solo por sus referencias literarias y su dialéctica libertad-seguridad, sempiterno debate que todavía hoy se discute en las sociedades occidentales. Sin embargo, en la presente cinta apenas se esboza reflexión alguna y todo se reduce a una discreta historia de supervivencia y heroísmo made in USA.
El corredor del laberinto: Las pruebas abandona el esquema de aislamiento de su predecesora para mostrar la huida de los protagonistas en un mundo devastado por un cataclismo global. Se empieza a responder a las cuestiones planteadas en la película fundacional, pero surgen muchas más ante la aparición del llamado virus del destello, las oscuras intenciones de la organización CRUEL, el ambiguo papel jugado por los grupos humanos que resisten en el desierto, etc. Lejos de explorar nuevas temáticas o argumentos inesperados, el espectador se encuentra una vez más con tópicos y lugares comunes del género distópico: misteriosas organizaciones, pruebas científicas siniestras, muertos vivientes, comunidades rebeldes, amistades inquebrantables y una traición inesperada que permite alargar el metraje hasta el aburrimiento, permitiendo incluso la existencia de una próxima entrega.
¿En qué se diferencia de otras sagas de características similares, como Los juegos del hambre y Divergente? En nada. Por eso insisto en lo de la fabricación en serie. Más de lo mismo.
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