(3) EL CARTERO DE LAS NOCHES BLANCAS, de Andrei Konchalovsky.

UN LUGAR EN EL FIN DEL MUNDO
Premiada con el León de Plata a la mejor dirección en el festival de Venecia 2014, esta película es resultado del regreso de Andrei Konchalovsky a su país de origen (donde ya había hecho Siberíada, Tío Vania, etc.) después de marchar a trabajar durante unos años a Estados Unidos y a Europa (El tren del infierno, Tango y Cash, Homer y Eddie, etc.). No es pues de extrañar que en su último film predomine la sencillez, el lirismo y la nostalgia, lo cual es perceptible en su forma de mirar a los habitantes de un pequeño pueblo del norte de Rusia, en medio del lago Kenozero, que se comunica con tierra firme mediante la barca del cartero, personaje protagonista que constituye el eje en torno al cual se articula todo el relato.
Interpretado por actores no profesionales, el film es la crónica veraniega de un poblado que se está quedando sin habitantes cuya tipología, oficios y hábitos ancestrales están condenados a la desaparición como se puede advertir en la cada vez mayor presencia de la modernidad: teléfonos, televisión, la vecina base espacial, la cercana gran ciudad, etc.
Según declaraciones del propio realizador ruso, lo que ha pretendido es rendir homenaje al dramaturgo Anton Chejov y al cineasta Robert Bresson, lo que se hace explícito con una cita de La tempestad (William Shakespeare) en torno al misterioso origen de los efímeros encantos de aquellos remotos parajes, identificados con la utopía, con esos colores impresionistas que pueden ser percibidos gracias a la singularidad de la luz boreal.
Lo que vemos en El cartero de las noches blancas podría ser el equivalente al sureño universo rural que Mark Twain construyó literariamente junto al río Mississippi, en esta ocasión con una sabiduría narrativa puramente fílmica y con una cámara especialmente contemplativa —la acción queda reducida a lo imprescindible— que observa fascinada ese mundo exterior poblado por los humanos. Las bellas imágenes de la Naturaleza, el equilibrio de los encuadres, la sutileza de las ráfagas musicales y la autenticidad de los aldeanos son atractivos que redondean una película planteada como un acercamiento desdramatizado a la vida cotidiana de una comunidad en la que los acontecimientos más relevantes son el robo del motor de la barca y el frustrado idilio del cartero.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.