(1) OPERACIÓN U.N.C.L.E., de Guy Ritchie.

JUEGO DE ESPÍAS
El intrincado contexto político, económico, social y cultural de la llamada Guerra Fría impulsó el género de espías a una auténtica Edad de Oro, siendo el principal arquetipo de agente secreto —tanto en la literatura como en el cine— el carismático James Bond. No obstante, tal fue la proliferación de agentes secretos y agencias clandestinas que la temática sufrió los primeros síntomas de agotamiento. Se abría así la veda a la progresiva caricaturización del citado género.
A principios de la década de los 60, el productor Norman Felton y el escritor Ian Fleming idearon una serie de TV que girara en torno a la actividad investigadora de diversos espías, pero añadiendo abundantes dosis de comicidad sin renunciar al imaginario colectivo de los films del agente 007. El resultado fue El agente de CIPOL, emitida por la cadena NBC desde septiembre de 1964 hasta enero de 1968. En ella, el estadounidense Napoleon Solo (Robert Vaughn) y el soviético Illya Kuryakin (David McCallum) formaban un improbable equipo de agentes secretos que combatían contra una organización terrorista que pretendía destruir el status quo internacional de entonces. Y lo hacían configurándose como una efectiva pareja cómica cuyas ingeniosas réplicas enfatizaban el contraste de caracteres y las inevitables susceptibilidades entre bloques.
Adaptación libérrima a la gran pantalla, Operación U.N.C.L.E. utiliza la fuente original como punto de partida para recrear desde cierta nostalgia y con mensaje conciliador aquella conflictiva época, recurriendo a tópicos y lugares comunes propios de aquellos tiempos.
El responsable es Guy Ritchie, realizador que se ha labrado una merecida fama de cronista de thrillers —Lock & Stock (1998), Snatch. Cerdos y diamantes (2000), Revolver (2005) y RocknRolla (2008)— y acción de época gracias a su saga cinematográfica de Sherlock Holmes. Su narrativa endiablada, se sentido del espectáculo y su bagaje fílmico le convertían en candidato ideal para esta producción.
Y funciona. Aunque se prioriza la tensa pero entrañable relación entre los protagonistas, la trama se articula como un ajustado mecanismo de relojería. Henry Cavill —alias Superman— y Armie Hammer —alias El llanero solitario— exploran su vis cómica alternando las secuencias dialogadas con las de acción pura y dura. Menos entereza tienen los personajes antagonistas, apenas descritos con escasos diálogos y breves escenas.
Se trata, por tanto, de un entretenido blockbuster que, sin embargo, no alcanza una categoría superior al mero pasatiempo estival. Nada de lo que aporta Operación U.N.C.L.E. causa sorpresa o admiración.
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