(1) CUATRO FANTÁSTICOS, de Josh Trank.

NUEVA VERSIÓN DE LA PRIMERA FAMILIA DE MARVEL
Desde el mismo instante de su concepción, el regreso de los 4F a la gran pantalla ha estado envuelto en la más agria de las polémicas. Pero más allá de las desproporcionadas aunque justificadas críticas recibidas por su escasa fidelidad al cómic del que se nutre o por cuestiones meramente estéticas o narrativas, el verdadero motivo de tanta controversia es un simple conflicto de derechos de explotación del ingente patrimonio “tebeístico” de la editorial Marvel Comics.
Simplificando, esta quiere recuperarlos para que su propio estudio adapte sus cómics, engrosando de esta manera el flamante Universo Cinematográfico Marvel (UCM), mientras que Fox quiere hacer caja aprovechando que todavía los detenta. El insólito resultado de esta disputa legal es que algunos personajes Marvel, como X-Men o Spiderman, no están en el mismo universo fílmico que Los Vengadores, y viceversa. Así, en Cuatro fantásticos no existe el Capitán América, Thor, Iron Man o Hulk. Ni Spiderman, cuyos derechos los controla Sony, si bien permitirá que el entrañable trepamuros aparezca en los próximos films de Marvel Studios. El objetivo legítimo y comprensible de Marvel Comics es recuperar todos los derechos de sus personajes, que vendió en momentos de aprietos financieros, para lucrarse en solitario de su traslación a la gran pantalla. Una “vuelta al hogar” que conectaría a todos en un mismo plano existencial y bajo el mismo sello estilístico. Muchos medios de comunicación estadounidenses, dirigidos por poderosas corporaciones, defienden o reprueban películas según su equipo de producción y financiero. Si son de los míos, hablo bien. Si no lo son, hablo pésimamente. Así de claro.
El caso es que, cambiando de tema, resulta desesperante que ninguna de las tres versiones cinematográficas existentes hasta la fecha de Los 4 Fantásticos, una familia de superhéroes creados por Stan Lee y Jack Kirby cuyo debut se produjo en las páginas de The Fantastic Four #1 (Noviembre de 1961), haya estado a la altura de las circunstancias, siendo todas un fracaso comercial sin paliativos. Encontrar la o las causas de ello daría pie a un interesante debate, que no es el objetivo de este artículo.
Eso sí, algo tendrá que ver —y revelo aquí mis preferencias— la elección particular de cada espectador experimentado de SU 4F ideal a lo largo de su larga trayectoria en formato papel, de aquella época o de aquel equipo artístico que le cautivó. La presente interpretación de la Primera Familia de Josh Trank, escrita por Simon Kinberg y Jeremy Slater, está muy lejos de las viñetas del mítico John Byrne —es legendaria su segunda etapa en la serie ya como autor completo (guionista y dibujante), entre julio de 1981 y julio de 1986—, que tantos buenos momentos me proporcionó durante mi infancia. Y eso pesa, en mi humilde opinión.
Cuatro fantásticos es un reboot en toda regla, innecesario por otra parte, que repudia tanto la cinta de Roger Corman de 1994 como las más recientes aportaciones de Tim Story. Si hablamos en términos de fidelidad a la fuente primigenia, la película realiza diversas modificaciones de calado que no serán bien recibidas por los puristas aficionados al cómic: cambio arbitrario de raza en un protagónico —Johnny Storm, alias la Antorcha Humana, es afroamericano por aquello del pluralismo racial—, alteración en los orígenes de algunos personajes —Víctor Von Muerte no tiene raíces aristocráticas aunque proviene de Latveria; Ben Grimm, alias La Cosa, no es aquel chico cachas de la calle Yancy que triunfó como jugador de Rugby—, estética excesivamente juvenil —¡que le devuelvan las canas a Reed Richards!—, modificación del vestuario habitual, etc. Lamentablemente el villano de turno, el citado Dr. Muerte, es retratado con apenas dos brochazos y pierde la indiscutible entidad de su formato original.
Pero incluso los neófitos percibirán un relato de ciencia-ficción aquejado de un mínimo equilibrio narrativo, pues existe una evidente descompensación entre la prolongada presentación de personajes y la apresurada resolución, toscamente despachada. Es cierto que este tipo de producciones, especialmente las que inician sagas fílmicas, están segmentadas de esa manera, pero cuando empieza la acción todo se vuelve más rudimentario, más previsible, intentando compensarlo con sobredosis de efectismo digital.
A pesar de todo, Cuatro fantásticos no es tan mala como se afirma en las redes sociales y los medios especializados se empeñan en confirmar. Josh Trank, responsable de la interesante Chronicle (2012), evita la vulgaridad con una buena dirección de actores y una contundente puesta en escena, centrándose en las relaciones entre personajes y su progresiva evolución mientras aprenden a vivir con superpoderes y a actuar como un equipo. Y el prólogo, una secuencia sacada del cine infantil de los años 80, recupera el espíritu aventurero que caracteriza tradicionalmente a estos personajes en su cómic, con esos toques de humor que también formaban parte del espectáculo.
No será esta la definitiva versión de Los Cuatro Fantásticos, porque al final llegarán los de Marvel Studios y los integrarán en el UCM, pero al menos Cuatro fantásticos no ofrece la peor de ellas. Y como historia de viajes interdimensionales y mutaciones alucinantes, no hace el ridículo.
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