(3) DEL REVÉS, de Pete Docter y Ronaldo Del Carmen.

EL ARDUO CAMINO HACIA LA MADUREZ
¿Qué sucede en el interior de la mente durante la preadolescencia? Semejante cuestión se la planteó Pete Docter, el afamado guionista y director responsable de insignes producciones de Pixar, cuando percibió que su hija dejó de ser una niña cariñosa, divertida y risueña para convertirse en una jovencita apocada, triste y enojada. Así surgió la idea de Del revés, el regreso de la célebre factoría de animación a su mejor nivel, cuya elaboración del guión recayó en Michael Arndt inspirándose en una serie de TV emitida en la Fox a principios de los 90 titulada Herman’s Head.
Alegría, tristeza, ira, miedo y asco. Las cinco emociones primordiales de la psicología humana, encargadas de dirigir nuestra conducta reaccionando ante los estímulos que captan nuestros sentidos, adquieren corporeidad dentro de la mente de Riley, una niña de 11 años de edad que trata de adaptarse a su nueva vida tras mudarse de Minnesota a California con sus padres. Hasta ese momento todo ha funcionado correctamente, ayudando a la joven a tomar buenas decisiones y evitar las malas, gestionando de manera plácida y feliz una infancia sin sobresaltos. Pero claro, el cambio drástico de su contexto y la aparición de los primeros síntomas de pubertad crean el caos dentro del cerebro de la protagonista. Hasta el punto de que su percepción de la realidad se altera al estar guiada por el miedo, el asco y la ira en detrimento de la alegría y la tristeza, quienes deben iniciar el camino de regreso a la Sede o centro de control tras perderse por los insondables laberintos del cerebro.
Del revés, en esencia, narra el proceso de madurez de una joven que progresivamente va tomando conciencia de la complejidad de las relaciones personales y sociales con su correspondiente pérdida de inocencia. Y lo hace en una doble trama, la interior que desentraña el funcionamiento de la mente humana —empleando terminología precisa: memoria a largo plazo, el subconsciente, la abstracción, el mundo onírico, la imaginación, el olvido—, y la exterior que retrata la conflictiva fase de adaptación de Riley a su nuevo hogar y a su nuevo colegio. Ambas están perfectamente encajadas, intercalándose y enriqueciéndose hasta converger en un mismo desenlace, el crecimiento psíquico de la protagonista. Un nuevo estado emocional en el que los sentimientos ya no son blancos o negros sino que atienden a una variada gama de tonalidades. Es la época en la que aparecen los sentimientos complejos, resultado de una combinación de los mismos.
Me llamó la atención, a la salida de la sesión, el comentario de una madre hacia su marido afirmando que salía afligida tras ver la película. Efectivamente, el tono general del relato es una mezcla entre la alegría evocadora de la infancia y la tristeza de ser conscientes del paso del tiempo y de todo aquello que nos aleja de aquella maravillosa etapa vital: las responsabilidades, las frustraciones, las metas no alcanzadas, etc. Del revés transpira melancolía, que surge de la unión entre ambas emociones aparentemente contradictorias.
Es por este motivo, y por un nivel de lectura inalcanzable conceptualmente para el público infantil en algunas escenas, por el que muchos entendidos afirman que se trata de una película de animación para adultos, más dirigida a los padres que acompañan a sus retoños a la sala de cine que a estos últimos. Los cuales, por otra parte, no tendrán problema alguno en seguir la historia que se cuenta dada la divertida sucesión de chistes y gags. Pero resulta sorprendente cómo se puede provocar la risa y la lágrima en una misma secuencia, como la del intento de salir del inconsciente de Alegría y del amigo imaginario de Riley. Un acto de sacrificio inédito en un film de dibujos animados para niños.
Por otra parte, el film destaca por su apabullante empaque visual y su altísimo nivel técnico, alcanzando lo mejorcito del sello Pixar. No obstante, ¿alcanza la calificación de obra maestra? Si bien rememora en determinados momentos el nivel narrativo de Monsters S.A. (2001), Los increíbles (2004), Ratatouille (2007), Wall•E (2008), Up (2009) y Toy Story 3 (2010), he echado en falta un tratamiento más original de personajes y lugares. En aras del entretenimiento de los más pequeños se ha recurrido a la simple caricatura… me pregunto qué podría haberse creado si la dirección artística hubiera recaído en Tim Burton o Terry Gilliam, por poner dos ejemplos.
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