(2) ANT-MAN, de Peyton Reed.

PEQUEÑO PERO MATÓN
Hollywood ha encontrado en los cómics un filón de proporciones cósmicas. Y las editoriales, que no son tontas, se han percatado del enorme potencial de negocio que representa la adaptación fílmica de su vasto patrimonio tebeístico. La interacción de ambos productos culturales era casi inevitable. Por tanto, la simbiosis existente entre el cine y el cómic en Estados Unidos, lejos de ser una moda pasajera, se ha consolidado en los últimos lustros fomentando un género —antaño minoritario— cuyo desarrollo —gracias a los avances tecnológicos que hacen visualmente posible lo que antes era una quimera— todavía no ha alcanzado todo su potencial.
Fiel reflejo de este fenómeno, el Universo Cinematográfico Marvel (UCM) sigue expandiéndose —al igual que el Universo Warner-DC; pronto llegará a la cartelera la esperada Batman v Superman: Dawn of Justice— con el estreno de su última película, Ant-Man, carta de presentación de Scott Lang, alias El Hombre Hormiga. El origen de este personaje dista de la épica de otros superhéroes, pues se trata de un ladrón reformado y experto en electrónica que se apropia de un traje que le permite modificar su tamaño a voluntad, adquirir la fuerza proporcional de una hormiga y comunicarse con este diminuto insecto.
Creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1962, el personaje de Scott Lang debutó por primera vez en el cómic Avengers #181 (1963) y se convirtió en el nuevo Ant-Man en cómic Marvel Premier #47 (1972), pues antes que él ejerció como tal el Dr. Henry “Hank” Pym, que también sale en el presente film.
Alejándose de la hipertrofia consustancial a la saga Vengadores y a las andanzas particulares de los pesos pesados —Thor, Iron Man, el Capitán América, Spider-Man—, Ant-Man es una modesta producción a la altura de su minúsculo protagonista, que sirve de contrapartida humorística de los dioses olímpicos modernos. Como Spider-Man, Ant-Man es un tipo “corriente” que se ve obligado a asumir un poder y su correspondiente responsabilidad, que no había pedido, pero que acaba perfilándose en héroe con no pocas dosis de ambigüedad —lo que le hace más interesante—.
El film no es ninguna virguería ni alcanza la categoría de sus predecesoras, pero mantiene el tipo a lo largo del metraje con una sucesión de entretenidas escenas de acción que se alternan con otras que muestran la faceta interior de los personajes, con divertidos diálogos que destilan ingenio y gracia. Especialmente acertados son los juegos de perspectiva y los constantes cambios de puntos de vista con que se sorprende al espectador: la primera experiencia de miniaturización de Scott Lang y la escena de lucha sobre un tren eléctrico de juguete en marcha, en su clímax final, ofrecen un asombroso contrapunto cómico al drama latente del suceso.
Como las demás entregas del UCM, Ant-Man está repleto de guiños al resto de personajes, lugares y eventos de este fantástico mundo poblado de poderosos héroes y villanos, que interactúan y evolucionan, respetando la coherencia y la continuidad del gigantesco relato en el que se ha convertido. No perderse, como es costumbre, la escena final tras los títulos de crédito, pues se nos presenta otra figura clásica de los originales Vengadores, versión papel. La única femenina, ya que Viuda Negra nunca perteneció al grupo fundacional en los cómics. Seguro que sabéis de quién estoy hablando… ¡panda de frikis!
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